¿De qué te ríes, Sánchez?
Mientras tu jolgorio y algazara vuele con el dinero de todos en tus muy privados viajes, cada día en España centenares de familias pasan a la condición de pobres
La risa es uno de los mejores caminos para la comunicación sana y empática. Pero hay muchas clases de risa. Incluso alguna carcajada puede ser burlona y humillante. Por no hablar de la risa de la hiena, paradigma de los carroñeros en el reino animal. En este reino, sin embargo, en el de España, la risa va por barrios y Sánchez, el inquilino de la Moncloa, sonrió el miércoles en Colombia cuando lo nombraron presidente de la república de España, en lugar de solicitar la inmediata corrección. La náusea se nos acercó a la garganta a millones de españoles cuando vimos la secuencia. A todos nos asaltaron sentimientos encontrados, enfado y, sobre todo, preguntas. ¿De qué te ríes, Sánchez? ¿Qué te hace tanta gracia? Tal vez que eres el presidente del Gobierno con el que la democracia española más se ha deteriorado, o el hecho de ser el mayor promotor de decretos ley tramposos con los que maltratas a los españoles. Todo un récord. ¿Te mueve a la carcajada tu alianza con terroristas y golpistas? Incluso es posible que te carcajees por el pufo económico que nos dejas, por la ausencia de un plan en condiciones para enfrentarnos a la crisis energética o por el nunca explicado lío monumental que montaste en el norte de África, por culpa del cual Argelia ya no suministra la mitad del gas que antes de tu llegada. A lo peor es que te mueve a la hilaridad esa costumbre tan fea que tú y los tuyos tenéis de insultar todos los días a la oposición. Sánchez, tienes muy pocas razones para reírte, muy pocas. Mientras tu jolgorio y algazara vuele con el dinero de todos en tus muy privados viajes, cada día en España centenares de familias pasan a la condición de pobres. ¡Como para reírte!