Por qué manipula más y mejor la izquierda
Se inventaron aquello de que la izquierda es igual a progreso, y desde entonces justifican cualquier abuso, estropicio o represión con el progreso
Tras una semana de manipulación a lo grande como ésta, TVE y CIS, a un Gobierno de derechas se le habría caído el pelo y hasta las uñas. Habría manifiestos indignados de los sociólogos y politólogos españoles, movilizaciones de las asociaciones de prensa, y qué decir de las de TVE, viernes negrísimos, mujeres de negro por las calles de España y hasta huelgas de hambre a la puerta de RTVE. Pero como los autores han sido ellos mismos, es decir, los que dominan las universidades y los medios, nada de nada, normalidad, la normalidad de la manipulación progresista.
En España, como en todas las democracias occidentales, la izquierda manipula mucho más y mucho mejor. Para empezar, porque consiguió imponer en el mercado un concepto utilísimo para ese objetivo: progresismo. Se inventaron aquello de que la izquierda es igual a progreso, y desde entonces justifican cualquier abuso, estropicio o represión con el progreso. ¿Pero cómo se va a oponer usted a este uso de los medios públicos para hacer propaganda, si lo hacemos en pos del progreso? ¿Es que rechaza usted el progreso? Pues es usted un reaccionario, usted quiere volver a la Edad Media.
Y si a la manipulación del progreso le añades la del pueblo contra las élites, el trabajo está casi hecho. De la clase trabajadora de Marx hemos pasado a eso de que «los progresistas no nos vamos a rendir» a «los poderes que quieren condicionar la política de este país», que dijo Pedro Sánchez, con la misma falta de rubor con la que plagió la tesis doctoral, o con la que miente un día sí y otro también. Marxismo fundido con populismo, que es la esencia de la izquierda española actual.
Pero todo lo anterior sería insuficiente si la izquierda no contara con un factor fundamental para manipular más y mejor, y es el dominio de los medios académicos, intelectuales y mediáticos. Por la sencilla razón de que la mayoría de personas en esos espacios sigue siendo de izquierdas. Por ejemplo, el World of Political Science 2019 de la Universidad de Harvard, con encuestas a 2.500 politólogos del mundo, constató que el 72 % era de izquierdas, el 80 % en Estados Unidos. Y cualquier periodista sabe por experiencia que lo mismo pasa en los medios, aunque sea tabú preguntarlo, porque se supone que todo periodista es «independiente» de nacimiento. En ese ambiente, se pasan el día hablando de la «ultraderecha», pero de la «izquierda» a secas, o del «antifascismo», pero no del «anticomunismo», o de lo bien que entrevista Fortes al gran líder progresista.
E incluso allí donde los porcentajes están variando, los que se sienten minoría no se atreven a hablar. No hay más que recordar el ambiente de RTVE cuando los viernes y las mujeres de negro. Aquello era como ser constitucionalista en Cataluña o el País Vasco, profesión de altísimo riesgo para los disidentes. Yo lo he vivido en ambos contextos, bajo el dominio nacionalista y bajo el progresista. Y puedo asegurar que te cortan el cuello a la misma velocidad, en nombre de la nación o del progreso, da lo mismo.