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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Pincha la paguita de Iceta

Ha tenido que ampliar el plazo quince días porque dos de cada tres chavales a los que iba destinado el aguinaldo electoral no lo pueden cobrar

Actualizada 01:30

Hemos salido de la crisis de la covid con más ganas de cultura. Lo ha dicho el ministro del ramo, el mininacionalista Miquel Iceta, ahora sesteando en el Gobierno y de convidado de piedra hace unas horas en los premios Planeta, eclipsado por superYol. Primero nos dijo Sánchez que saldríamos de la pandemia mejores y acertó: somos en Europa los mejores en déficit, en deuda pública, en paro estructural, en recorte de libertades, en deterioro institucional, en subida fiscal… Y su delegado Iceta, para justificar la paguita que ha regalado a los jóvenes para que le voten dentro de un año, alardea de que estamos en un momento de florecimiento de la cultura. Creo que de tanto bailar con la más fea, Junqueras, a Iceta se le ha atrofiado alguna neurona. Ahora baila con un guapo, que le dijo hace un año que vendiera como medida estrella una tarjetita de 400 euros (210 millones nos ha costado la broma) para que los chicos que pasan de curso sin aprobar y no tienen visos de trabajar nunca, gracias a que nuestro país tiene la mayor tasa de desempleo juvenil de Europa, tengan unos euros para comprarse videojuegos, porque mucho me temo que no emularán a Boris Johnson extasiándose ante Carlos V en la batalla de Múhlberg, de Tiziano.

Ahora nos hemos enterado de que el régimen clientelar de Sánchez, que prioriza la subvención directa a nuevos votantes mientras sube las cotizaciones a las clases medias y a los autónomos, es una chapuza que no sirve ni a los intereses espurios para los que fue concebido. Esta semana ha tenido que ampliar el plazo quince días porque dos de cada tres chavales a los que iba destinado el aguinaldo electoral no lo pueden cobrar. Si Iceta, que tiene el mandato presidencial de meter como sea ese dinero en el bolsillo de los chicos, no hubiera dilatado los plazos usando ahora las oficinas de Correo, el fracaso hubiera sido monumental.

La campaña para convencer a nuestros jóvenes que lo mejor es cobrar subvenciones y no currar nos costó hace unos meses 100.000 euros. Eso sí, el blanqueador del independentismo catalán dejó claro que en los vídeos promocionales se «respetaría la igualdad de género» y se producirían en castellano, catalán, gallego y vasco. Todo en orden, pues. Pero ni por esas: la ocurrencia, que excluyó los toros, no ha dado sus frutos. No siempre triunfa la máxima de la izquierda: hacer dependientes del dinero público a cuantos más ciudadanos mejor porque así serán rehenes de sus gobernantes.

Que solo un tercio de los españoles que nacieron en 2004 haya accedido a la prestación da idea de la burricie de sus gestores, que no han sabido ni preparar una web ágil ni hacer más sencillos los trámites ni eliminar las trabas burocráticas. Hasta para ser torticero y poco honesto hay que tener cierta pericia. Sin embargo, la subida del 9,5 % a los funcionarios, la del 8,5 % a los jubilados, la inversión de 20.000 millones en políticas de género, van viento en popa. Todo es bueno para el convento sanchista, aunque Iceta haya pinchado. Seguro que Sánchez le castiga sin merienda o sin la subida del 4 % de su sueldo que ya disfrutan sus compañeros del Consejo de Ministros. Ellos sí han accedido a su paguita.

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