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Oscura claridadClara Zamora Meca

La China invicta

En China no existe un verdadero individualismo, se prioriza un colectivismo de familia y de clan, un colectivismo que se convirtió en una especie de socialismo de Estado en la época de los emperadores

Actualizada 09:16

Macarena viste prendas de la marca de ropa china Shein y pasa la mayoría de su tiempo haciendo vídeos para subir a la plataforma china TikTok. Es la hija única de un agente comercial y de un ama de casa. Su padre abandonó a su madre cuando ella tenía cuatro años, así que se ha criado con carencias referenciales importantes, de ahí su personalidad poco estacionaria. Es soberbia y déspota, una lideresa de armas tomar, que cree que su superioridad es merecida e indiscutible. A sus dieciséis años, es un cúmulo de insatisfacciones psicológicas insalvables.

En la calle donde vive, hay una tienda de las conocidas como «todo a cien», cuando había pesetas, y ahora identificada simplemente como «un chino». Unos días antes de que Macarena naciera, los dueños del establecimiento habían tenido también una niña: Maylin. A pesar de que sus padres pasaban más de doce horas trabajando en su negocio, la criatura creció llena de afecto y estabilidad, con referentes claros, sabiendo y valorando que su familia tuvo que exiliarse, por problemas económicos, de su país de origen: China.

Macarena y Maylin se han visto casi a diario desde que tienen conciencia. La europea, aconsejada por su madre, nunca le ha dirigido la palabra, ni apenas la ha mirado en todos estos años. «No hables con la china», le decía, mientras paseaba por las calles del establecimiento, creyendo que no la entendían. Los orientales no se inmutaban. El padre cargaba cajas sin cesar, reponiendo los miles de objetos que vendían. La chinita pasaba las tardes sentada junto a su madre, en el mostrador de la tienda, casi a pie de calle.

Veía con frecuencia a Macarena con su grupo de amigas, siempre riéndose. Entraban a comprar chuches y, sin apenas mirarla, le tiraban las monedas con desprecio. Maylin lo aceptaba impertérrita, sin dolor, ni complejos. El alma china esconde su orgullo y su nobleza tras un humor sonriente, que se le escapa a quien no la ama. En China no existe un verdadero individualismo, se prioriza un colectivismo de familia y de clan, un colectivismo que se convirtió en una especie de socialismo de Estado en la época de los emperadores y que da explicación a la facilidad posterior para la «marxización» del país.

Desde tiempos inmemoriales, es rasgo permanente de la mentalidad china el socialismo fundamental, psicológico, inherente a su naturaleza. Se podría afirmar que, entre el colectivismo de la familia y el de la sociedad, no ha existido nunca en China lugar para el individualismo. Es fuerte Maylin, de una fortaleza desconocida para Macarena. Ésta llora por las noches, mientras cuenta sus likes en TikTok como consuelo para el dolor por unas necesidades nunca satisfechas. La chinita, mientras, memoriza que el loto es la pureza; la magnolia, la belleza; la pimienta, la suerte; la flor del ciruelo, el valor; y el crisantemo, la eternidad.

En la cena de ayer, su padre le explicó que, tras el concilio que ha glorificado al presidente Xi Jinping, queda evidenciada la tradición que dice que los hombres de los Han no intentarán nunca dominar la naturaleza, sino integrarse armoniosamente con sus principios a través de la obediencia. Ésta muestra sus signos todopoderosos, a los que todo el mundo ha de someterse. Maylin toma la sopa en silencio, mientras escucha. Se siente segura, no cuestiona nada. Al otro lado de la calle, Macarena estrena otro minivestido de la marca china Shein. Se besa con un don nadie, en busca de un poco de amor, otro espejismo. Su caso es un claro ejemplo del fulminante individualismo narcisista occidental. Enfrente, silenciosa y calma: la lenta demagogia oriental. ¿Quién es más peligrosa?

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