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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El Rey hace lo que puede, pero…

El problema de España queda clarísimo cuando se escucha la valoración del discurso de Felipe VI de Podemos, ERC, Bildu y PNV, los socios de Sánchez

Actualizada 11:23

El Rey hace lo que puede. El Gobierno visa sus discursos y además él sabe que para mantener el trono necesita que el PSOE no se vuelva loco del todo y no se declare abiertamente republicano (sus Juventudes ya lo han hecho).

El Rey hace lo que puede. El presidente del Gobierno acaba de cepillarse el delito de sedición y el de malversación, con lo que en realidad ha desautorizado el discurso más importante del reinado de Felipe VI, aquel que fue clave para frenar el golpe de estado separatista de 2017 (considerado ahora un amable picnic tras la impresentable reforma del Código Penal al dictado del delincuente, Junqueras).

El Rey hace lo que puede. Tenemos un presidente del Gobierno al que no le gusta la monarquía, pues Rey en España solo puede haber uno, Mi Persona: Sánchez I. Ha reducido el número de despachos con Felipe VI, ha enviado a su padre a un insólito destierro, sin estar condenado por delito alguno; se ha puesto chuleta con el monarca con gestos displicentes en público y saltándose el protocolo. Además, como ha revelado El Debate en una importante exclusiva de Antonio y Julio Naranjo, ni siquiera tuvo a bien informar al jefe de Estado del mayor cambio de la diplomacia española en décadas, el giro en el Sahara. Pero el Rey tiene que hacer de tripas corazón. Por su deber constitucional de neutralidad y porque si se queda sin el apoyo formal del PSOE está perdido.

El Rey hace lo que puede. Ensalzar el espíritu de la Transición, abogar por el cumplimiento de la Constitución y defender la concordia y la convivencia resultan hoy frases casi épicas, cuando deberían ser lugares comunes. Y es que aunque muchos españoles prefieren hacer el avestruz y no mirar lo que tienen ante su nariz, lo cierto es que que vivimos en un país donde el Gobierno está reformando la Carta Magna por la puerta de atrás –en una operación que de triunfar acabará con un referéndum en Cataluña y, más tarde, otro en el País Vasco–, un país donde el Gobierno presume y alardea de atar a los jueces; un país donde un partido supuestamente de Estado, el PSOE, ha llamado golpista al Tribunal Constitucional, y donde Podemos, formación de Gobierno, rechaza abiertamente la Corona y el orden constitucional del 78.

El Rey hace lo que puede. Y es que su situación es muy complicada. Basta con repasar cómo han valorado su discurso algunos partidos. Para el siempre farisaico PNV –odio a España con corbata y soniquete santurrón– hay que cambiar la Constitución y el Rey debe «darse cuenta de que hay colectivos amplios que no han estado nunca de acuerdo con ella, y algunos de los que lo estuvieron hoy en día la cuestionan» (en clara y certera alusión al PSOE). ERC ha afeado que Corona «no es ejemplo de rectitud e integridad» y ha recordado que ellos son republicanos y listo. Rufián, honrando siempre su apellido, ha valorado el mensaje navideño subiendo raudo una foto del niño Felipe dando la mano al viejo Franco. Bildu, el partido de ETA, ha calificado el discurso de «tostón soporífero» y ha despreciado la defensa de la Constitución y de la Transición (normal, pues los fundadores del tinglado sabotearon nuestra democracia y la unidad de España con tiros, bombas y secuestros).

Todos estos partidos antiespañoles y anticonstitucionales son… pues ya lo saben: los socios de cabecera de Sánchez, a los que debe el poder y los que lo mantienen ahí. Una situación imposible, absurda e intolerable, que anula por completo la autoridad moral del actual Gobierno (y más cuando el PSOE tiene el cinismo de presentarse como paladín de la Constitución). Pero esa delirante situación se va aceptando como normal, por la actitud pastueña de gran parte del pueblo español, ajena a esta revolución a cámara lenta que nos puede dejar sin país.

El Rey hace lo que puede, porque se torna muy difícil marcar el compás clásico con una batuta elegante cuando el concertino de tu orquesta, Sánchez, se ha pasado directamente al punk borroka más estridente.

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