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Desde la almenaAna Samboal

Economía del subsidio

Tampoco dedicaremos tiempo a pensar por qué a este gobierno, que se declara extremadamente preocupado por la salud, el bienestar y la dignidad de sus conciudadanos, les da sólo 200 euros para comprar comida y se ha gastado 400 con cada chaval que ha cumplido 18 para que se vaya de conciertos o al cine

Actualizada 01:20

Lo hicieron con las luces y con las puertas automáticas, con las tarifas eléctricas y las comisiones de la banca. En los próximos días, asistiremos a una nueva edición de un espectáculo de la confusión que ya conocemos bien y que este gobierno domina como pocos: disparar amenazas a diestro y siniestro. ¡Que tiemblen los comerciantes! Aunque ni ellos mismos sabrían cómo hacerlo, ya empiezan a advertir que van a vigilar uno a uno, no vaya a ser que no quiten el IVA de algunos alimentos. No hay comisario político para acometer tan exhaustivo registro.

Sin embargo, en lo que nos fijamos en el comerciante y en las etiquetas, dejamos de pensar en por qué han bajado el IVA de los huevos y la leche y no el del pescado y la carne, que están por las nubes. En lo que enredan con sus dimes y diretes, no nos planteamos por qué, si tan convencidos están de la bondad de su iniciativa, no la adoptaron antes, cuando lo solicitaron Vox y el PP. O, si acaso, por qué no entra en vigor de forma inmediata, en vez del uno de enero, que nos quedan sobras de las cenas para quince días en la nevera. Mientras miramos con gesto desconfiado al comerciante, al que le ha caído una tarea extra en fin de año, con la que seguramente no contaba, tampoco dedicaremos tiempo a pensar por qué a este gobierno, que se declara extremadamente preocupado por la salud, el bienestar y la dignidad de sus conciudadanos, les da sólo 200 euros para comprar comida y se ha gastado 400 con cada chaval que ha cumplido 18 para que se vaya de conciertos o al cine.

A Hacienda le ha tocado la lotería. No el Gordo de Navidad, sino la de la inflación. Esa que ha hecho un agujero en nuestros bolsillos, a Montero le viene de perlas para, entre otras cosas, hacer regalos electorales con acuse de recibo y rebajar el peso de la deuda sobre el Producto Interior Bruto. Cuando acabe el año, las arcas públicas pueden haber recaudado en torno a cuarenta mil millones por encima de lo previsto. Y lo presupuestado ya se recauda con unos impuestos que, en más de una figura tributaria, rozan el expolio. Los planes que tan beatíficamente nos anuncia Pedro Sánchez, queriendo adelantarse, además de al Rey Felipe, a los Reyes Magos, no son más que la devolución de una parte de lo que hemos pagado de antemano. Ni siquiera tenemos que molestarnos en dar las gracias.

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