Querido Leguina, más pierden ellos
Así entiendo yo que él entiende la política: como la confrontación de ideas, el debate en la búsqueda de acuerdos. Forma parte de su esencia, de su personalidad, de su riqueza personal
La semana pasada, tuve la ocasión de compartir tiempo y conversaciones con Joaquín Leguina. Asistimos a la reunión del Patronato de Alma Tecnológica, del que ambos formamos parte. La Fundación se dedica a una tarea verdaderamente revolucionaria y subversiva: educar y dotar de habilidades en el uso de la tecnología a personas con discapacidad intelectual o trastornos cognitivos, con el fin de favorecer su enriquecimiento personal, autonomía, su acceso a un mundo de oportunidades en condiciones de equidad y su inclusión en el mercado laboral. Más de cien alumnos se han formado en la Cátedra Aurelio Delgado, en colaboración con la Universidad Carlos III de Madrid. Y, para nuestra satisfacción, que –entiendo– debe ser de toda la sociedad, la inmensa mayoría tiene en este momento un puesto de trabajo.
Lamentablemente, no todas las personas con discapacidad intelectual pueden acceder a este tipo de formación. Con el fin de atender sus necesidades y las de sus familias, Alma Tecnológica financia a la Asociación TeAnima. La componen un equipo de profesionales, buena parte de ellos voluntarios, que, ayudados por animales, imparten cuatrocientas terapias al mes, casi cinco mil al año. Es enormemente gratificante observar cómo una persona con Down, atrofia muscular o esclerosis destensa sus músculos, reduce sus niveles de estrés o dolor y sonríe al caminar acompañado por ellos sobre la grupa de uno de sus caballos. Resulta sorprendente comprobar cómo un niño, con déficit de atención, aprende a concentrar su mirada cuando una de sus águilas o búhos acude hacia su mano enguantada para recoger la comida.
Esto, ni más ni menos –si acaso, algo más–, es Alma Tecnológica. Este es el proyecto que Isabel Díaz Ayuso quiso conocer de primera mano. Nicolás Redondo, en calidad de presidente y Joaquín Leguina, como patrono, así como el secretario general de la fundación, acompañaron, como no podía ser de otro modo, a la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid. Éramos conscientes de que estábamos en período electoral y de que esa imagen podía herir sensibilidades. Por tanto, se invitó también al candidato de Ciudadanos, Ignacio Aguado y al del Partido Socialista, Ángel Gabilondo. No pudieron o no quisieron asistir. Una pena, puesto que nos hubiera encantado, no sólo mostrarles el trabajo que hacemos, sino también buscar ese foco de atención, que siempre es escaso. Sobre todo cuando las necesidades son muchas, ingentes y los recursos nunca sobran.
¿Es esto lo que molesta a Pedro Sánchez? Es obvio que le irritó profundamente la fotografía de Isabel Díaz Ayuso con Joaquín Leguina y Nicolás Redondo. Quítese la espina, presidente. Aunque no lo hemos mencionado en ninguna de nuestras reuniones, creo que hablo por todos los patronos –y que me disculpen si alguno no comparte mi opinión– al decir que estaríamos encantados de recibirle en las instalaciones de la Venta de la Rubia. Si el Gobierno tiene algo que aportar, en las líneas de ayuda que prepara para fin de año, lo celebraremos doblemente.
Me temo, sin embargo, que no le veremos asomar por allí, quizá por temor a cruzarse con Joaquín Leguina. Sospecho que lo que más le molesta de él es su franqueza a la hora de expresar sus opiniones. Siempre ha hecho gala de ella, como afiliado del Partido Socialista. Así entiendo yo que él entiende la política: como la confrontación de ideas, el debate en la búsqueda de acuerdos. Forma parte de su esencia, de su personalidad, de su riqueza personal. Culto, inteligente, irónico, ocurrente, divertido, cualquiera que haya tenido la oportunidad de escuchar de cerca al que ha sido único presidente socialista de la Comunidad de Madrid, habrá concluido que es un hombre preocupado por sus semejantes, de profundo ideario socialdemócrata.
Será el penúltimo. Uno a uno van cayendo en Ferraz. Al final, quedará un hombre sólo, un hombre extremadamente condescendiente con los que quieren destruir un proyecto común de convivencia, pero con la piel demasiado fina para oír siquiera el más mínimo murmullo de desaprobación de los que se sientan a su lado. Lástima que el PSOE, un partido de gobierno, dé la espalda a personas de la talla y valía de Joaquín Leguina. Perderá el partido. Perderemos todos.