Trenes multicompetentes

Esto no lo arregla ni Pablo Motos, el embajador de Revilla en El Hormiguero, amén de su compañero de bailes en los pasillos de Atresmedia. Esa imagen en pleno «gopak» quedará grabada en mi mente hasta que Dios decida cambiarme de lugar. El «gopak» es lo que aquí se conoce como «danza de los cosacos», número final y apoteósico de aquel Ballet Moisseiev que deslumbró en todo el mundo. Revilla y Motos mueven correctamente los brazos, pero fallan en muslos y corvas, lo que impide la perfecta interpretación de la trepidante danza. Les sugiero y recomiendo más horas de ensayo y de gimnasio para adquirir la fortaleza del alma cosaca.

Esto no lo arregla nadie, porque nadie es culpable. Todos se echan la culpa los unos a los otros. La ministra de Transportes-Almudena Grandes, doña Raquel Sánchez, el presidente bailarín de Cantabria, el vicepresidente socialista de la autonomía, el presidente de Renfe, el de Adif, la Delegación del Gobierno en Santander, y la empresa constructora de máquinas ferroviarias. «Tienen que rodar cabezas», ha manifestado Miguel Ángel Revilla mientras sostenía con fuerza la suya propia. El gran problema de Revilla es el de los trenes y las vías. Hace muchos años le engañó Pepiño Blanco con el AVE a Reinosa. La vía para el AVE se ha quedado en Palencia, y se espera que con anterioridad al año 2050 llegue a Osorno, Herrera del Pisuerga, Alar del Rey y Aguilar de Campóo. Pero además del fallido AVE a La Montaña de Cantabria, había que renovar la flota de los trenes de cercanía de la provincia de Santander, todos ellos viejos y chapuceramente reparados. Y se encargaron unos nuevos trenes y sus flamantes máquinas. Nada menos que 21 convoyes con sus correspondientes máquinas propulsoras. Y llegaron los trenes y máquinas, nuevas y delicadamente pintadas. Una preciosidad. Con un defecto, sólo un defecto. Que las máquinas son más voluminosas que el espacio de los túneles, y no caben por ellos. Llegan al túnel y se quedan encajadas. No progresan. Entonces se abre la caja de los truenos de las culpas. Pero nadie es responsable del ridículo. La Renfe está presidida y gestionada a dedo de Sánchez por un socialista. Y Adif, lo mismo de lo mismo. Y la ministra Sánchez –apellido de alta peligrosidad en política– más aún. Y Revilla gobierna con los socialistas, y la Delegación del Gobierno es socialista, y el presidente de la empresa CAF se justifica defendiendo que ha construido las máquinas de los trenes adaptándose a las medidas de ancho métrico que le han proporcionado el Ministerio de Transportes-Almudena Grandes y el Gobierno autonómico de Cantabria. Parece ser que han decidido responsabilizar de la chapuza a Renfe, para escapar el resto de rositas. Las máquinas y los vagones que no caben en los túneles de las vías de cercanías se pueden visitar y admirar en las cocheras ubicadas frente a la calle Castilla de Santander. Y los que han tenido el privilegio de admirar su modernidad y belleza, coinciden en afirmar que, como trenes, son preciosos. No caben en los túneles, pero nadie pone en duda que alcanzan sobradamente un alto grado de preciosidad. El tren Moscú-Varekyno de la película Doctor Zhivago tardó cinco días en cubrir su recorrido. Pero llegó. Los trenes socialistas de Raquel Sánchez y Miguel Ángel Revilla, no están capacitados para unir Los Corrales de Buelna y Reinosa. Se quedan bloqueados en los túneles, que son franquistas, y por ende, culpables del desaguisado.

Es lo que tiene el Estado multicompetente. Que todos los incompetentes pueden demostrar que el incompetente es otro. Y ahí siguen los túneles sin medir, y los trenes sin circular. Pero recién fabricados, pintados y preciosos. Da gusto verlos.