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HorizonteRamón Pérez-Maura

Esto no es democracia

Aquí ya no se guardan ni las apariencias. La desvergüenza solo preocupa cuando se tiene dignidad

Actualizada 01:30

La degradación de nuestra democracia ha dado un salto adelante enorme esta semana. Este Gobierno ha terminado con un principio jurídico elemental sin el que el sistema democrático no puede funcionar: el de la justicia independiente. En España ya no la hay, empezando por el Tribunal Constitucional.

Como hemos visto, el principio de que un juez o magistrado no pueda tener una posición previamente condicionada por sus propios actos ha quedado suprimido. Lo hemos conocido en el caso de la ley del aborto del Gobierno Zapatero. Hasta cuatro magistrados tenían que haberse apartado de la causa por tener fijada públicamente su opinión al respecto antes de tener que juzgar la constitucionalidad de la ley. Concepción Espejel reconoció abiertamente considerarse en la obligación de apartarse, pero la nueva mayoría de izquierda ignoró su autoapartamiento porque eso hubiera obligado a otros magistrados a apartarse también. Y el TC hubiera carecido de quórum.

Lo grave de esto es que este procedimiento para minar el Constitucional estaba perfectamente previsto por el Gobierno porque cuando hicieron los últimos nombramientos sabían, sin lugar a dudas, que un nuevo magistrado como Campo, que era secretario de Estado de Justicia y, por tanto, responsable directo de la elaboración del proyecto –y luego un ministro de Justicia que ha elaborado leyes cuya constitucionalidad tendrá que juzgar ahora– necesariamente tendría que abstenerse. Pero no lo va a hacer. Lo mismo, ampliado, puede decirse de un magistrado como el nuevo presidente, Conde-Pumpido, que ha sido nada menos que Fiscal General del Estado casi ocho años durante los cuales presidió el Consejo Fiscal que informó favorablemente el proyecto de ley del aborto y luego lo mantuvo como miembro nato del Pleno del Consejo de Estado que también informó el proyecto.

Una democracia en la que un principio tan básico como el de que la Justicia sea objetiva (porque si no, no es Justicia) se vea violentado de esta manera deja de ser una democracia plena. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y aquí el Tribunal Supremo, se han hartado de decir que «basta la mera apariencia de parcialidad», para que un Magistrado tenga que abstenerse. Pero aquí ya no se guardan ni las apariencias. La desvergüenza solo preocupa cuando se tiene dignidad.

Y esta semana hemos asistido a ese golpe dado por el Gobierno. Un golpe que ha sido asumido por buena parte de la izquierda nacional y por los medios de comunicación lanares que están a disposición del Gobierno que es quien está ayudando a sobrevivir a cabeceras que están en la ruina y a las que ahora concede ayudas procedentes de los fondos europeos. Ayudas que otorga graciosamente un Gobierno que por esta vía tiene al alcance de la mano una censura a la que se prestan quienes las piden. Esto no es democracia.

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