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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Carta a la camarada Nadia

Es asombroso que a estas alturas no entiendas que las políticas de izquierda radical espantan a los empresarios, que a diferencia de ti, se juegan su dinero

Actualizada 09:19

Nadia (y no antepongo lo de «querida», fórmula de cortesía en el encabezamiento de las cartas, porque tampoco es menester ponerse hipócrita). Como somos más o menos de la misma quinta y compartimos ciudad natal, me atrevo a escribirte unas líneas.

La primera vez que vi tu apellido en los medios de comunicación fue allá en mi juventud ochentera del siglo XX. En aquel tiempo, el Calviño del que hablaban las noticias era tu padre, el inteligente regateador José María, antiguo militante de la microscópica Acción Republicana, que luego se aproximó a la pródiga teta del PSOE. A propuesta de los socialistas se convirtió en director general de RTVE, en sustitución del excelente Eugenio Nasarre. En la etapa de José María Calviño (1982-86) comenzó a hablarse por primera vez de manipulación política a gran escala en la televisión pública española.

A priori, en apariencia, a ti se te tenía por menos sectaria. Licenciada en Económicas y Derecho, funcionaria del cuerpo de Economistas del Estado, te trasladaste a trabajar a Bruselas y en 2014 te llegó allí tu gran momento. La UE le pide al Gobierno el nombre de un español para ocupar la dirección general de Presupuestos; y va y resulta que el viejo Mariano tiene el raro detalle de fair play político de proponerte a ti, a pesar de moverte en una onda ideológica contraria a la suya. El agradecimiento que has mostrado por aquel gesto que te puso en órbita lo vemos cada día: tras una fachada de atildada señora burguesa, te has revelado como una de las voces más doctrinarias de un Gobierno radical. Tu tono es cada vez más desabrido y colérico (acorde también, imagino, a las funerarias encuestas que maneja Mi Persona).

Nadia es el diminutivo del nombre ruso Nadyezhda, que significa esperanza. A veces se diría que tu última esperanza estaría fijada en un retorno a la economía colectivista soviética. Nadia, vicepresidenta: hasta un niño de preescolar sabe que Ferrovial se larga de España porque tú y tu Gobierno os habéis dedicado a poner en la diana a los empresarios, a abrasarlos a impuestos, a subirles los costes, a retratarlos como los villanos culpables de todos los reveses económicos.

¿Has arriesgado alguna vez tu capital personal en un negocio? Imagino que no, dado el patente interés por colar también a tu marido en la cosa pública. Si te hubieses jugado tu patrimonio en una empresa entenderías perfectamente que las compañías no están para perder dinero al albur de vuestros caprichos ideológicos. Asombra que no deis acuse de recibo ante la evidencia de que los grandes empresarios españoles, los pequeños, los minúsculos, los autónomos, la clase media... todos estamos hasta las meninges de vuestro intervencionismo voraz en nombre de una supuesta justicia social (que al final lo que logra es hacer más pobre al conjunto de la sociedad).

Me pasma que hablando de la marcha de Ferrovial a Holanda puedas soltar sin pestañear la siguiente boutade: «Puedo afirmar con rotundidad que este es un Gobierno patriótico». Un choteo, proviniendo de un Ejecutivo sostenido por ERC y Bildu, con un presidente del Gobierno que no puede pisar una calle de España sin escuchar el ya inevitable «que te vote Chapote», ganado a pulso por sus favores penitenciarios a los asesinos de ETA.

Impresiona que una técnico cualificada, que además ha vivido en el extranjero, haga el avestruz sobre el modo en que opera el movimiento global de capitales. Imagínate que fueses la responsable de un fondo neoyorquino, o del poderoso fondo de pensiones noruego. ¿Invertirías tu dinero en un país donde hay ministros comunistas en un Gobierno que además está sostenido por un partido que ha dado un golpe de Estado para romper el país y otro que es la marca blanca de lo que fue una cruel banda terrorista? Claro que no. Los inversores, Nadia, escapan corriendo de un lugar así: el que habéis creado vosotros desde 2018.

Me despido felicitándote calurosamente por tus logros. Nos vaticinaste que la pandemia no tendría consecuencias económicas, nos prometiste que saldríamos «más fuertes»... y nos dimos el peor batacazo de la OCDE, siendo todavía hoy los únicos que no hemos recuperado el PIB previo a la pandemia. Ibas de burócrata divina... y al final te has plegado a todas las ocurrencias del analfabetismo anumérico de Podemos. Se repasa tu carrera ministerial y cuesta encontrar un solo éxito, salvo que se considere tal dar la brasa resentida a las empresas y a los españoles que se arriesgan a intentar prosperar en la vida.

Un saludo atento y muchos éxitos (a ser posible lejos de España, por favor, porque aquí, camarada Nadia, ya te has lucido lo suficiente).

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