Socialismo: que los yayos os llenen la nevera
María Jesús Montero ha tenido la gentileza de describir, sin quererlo, el gran fracaso social de cuatro años de experimento socialista
María Jesús Montero, médico sevillana de 57 años, pasará a los anales de la infrahistoria de la política española por dos proezas. La primera es que fue promovida por Sánchez a portavoz del Gobierno cuando es incapaz de construir frases articuladas y hablar claramente. El segundo hito es que ocupa la cartera de Hacienda de un gran país, España, sin la preparación técnica que demanda tan compleja tarea (y luego, claro, le bailan los números y los conceptos).
Marisu, como la llaman sus amigos y correligionarios, acaba de prestar un gran servicio público, gracias a que se le ha calentado la boca en un mitin. Sin proponérselo, ha explicado claramente el enorme fracaso colectivo que nos deja la apisonadora de cuatro años de experimento socialista, que es lo que estamos disfrutando en España desde junio de 2018.
En el fragor mitinero, nuestra Marisu de Triana se vino arriba, se nos quiso poner social y entrañable y acabó alardeando de que las pensiones sirven para parchear la pobreza rampante de las familias: «Los abuelos, las abuelas, no quieren las pensiones para ellos. Las pensiones son ayuda al pago de la luz del hijo que no puede pagar la luz. Las pensiones ayudan a ir al supermercado para comprar las cinco cosas que no puede comprar tu hijo, o que considera un lujo. Las pensiones es esa ayuda que le dan los abuelos a los jóvenes para que puedan salir los fines de semana, o se puedan comprar unas zapatillas de deporte».
Demoledor alegato. Resulta que el sanchismo, con toda su farfolla y empalago «progresista», al final era solo esto: un país mordido por la pobreza, que tiene que recurrir al auxilio de los yayos para que sus hijos y nietos puedan ir tirando. La economía productiva no logra satisfacer las necesidades de las familias y se ven obligadas a tirar de las pensiones de los ancianos.
Bienvenida, Marisu, al mundo real de cómo habéis dejado España. El mundo real que ve claramente Juan José Omella, el presidente de la Conferencia Episcopal, que acaba de recordarnos que «en España hay unos niveles de pobreza sin precedentes». El mundo real de las estadísticas de Eurostat, que recogen que entre 2019 y 2021 la España gobernada por socialistas y comunistas fue el país de la UE con mayor caída de la renta per cápita según la capacidad de poder adquisitivo (-8,8 %), frente una media comunitaria del -0,9 % (resulta que en Irlanda, con horribles mandatarios liberal conservadores, esa renta ha subido un 15,9 %). Un mundo real que nos recuerda también que somos líderes europeos en paro juvenil. El Gobierno de la palabrería seudo social está cegando el porvenir de las generaciones de las que depende el futuro.
Insultar a los empresarios y acosarlos. Acogotar fiscalmente a los que han trabajado como burros para intentar prosperar. Cambiar las reglas del juego cada quince días al albur de obsesiones ideológicas. Mantener atascada la Administración por pura impericia. Pensar que el dinero público crece en los melocotoneros. Defender que el Estado es quien debe crear la riqueza. Creer que la subvención es mejor que la audacia de intentar montar un negocio… Todo eso, que se llama socialismo, siempre acaba en lo mismo: igualación a la baja, rencor social, más pobreza, menos oportunidades… Y al final, a ver si los yayos echan una mano para poder llenar la nevera. Alardean de «escudo social». Pero han provocado un destrozo social.