Terrible «accidente»
Nada de «accidente», Mónica, madre, médica y mema. Atentado, masacre, matanza, carnicería. Terrorismo.
Para García, el conjunto de atentados del 11-M se reduce a un «terrible accidente». A ver si nos enteramos. Un terrible accidente es usted. Lo que usted califica de terrible accidente, fueron cuatro atentados, cuatro matanzas perfectamente sincronizadas. Bombas en cuatro trenes en las estaciones de Atocha, Téllez, el Pozo y Santa Eugenia. Más de 190 asesinados y en torno a los 4.000 heridos. A tres días de las elecciones. Ahí cambió España. En un principio se atribuyó el atentado a la ETA. Resultó más que sospechosa la declaración de Otegui negando la participación de su banda terrorista. –Más bien parece cosa de árabes–. Otegui sabía que no había sido la ETA, porque para ello era necesaria e imprescindible su orden. El Gobierno de Aznar, confundido. La SER y el PSOE embarrando la realidad, inventándose mochilas y acumulando votos. Esas elecciones tendrían que haberse suspendido porque toda España se hallaba en estado de estupefacción. Al Qaeda admite su colaboración con los atentados, no su autoría. «Era la única manera de terminar con el Gobierno del PP». Y ganó Zapatero. Y ahí comenzó la descomposición de España.
Pero nada de «accidente», Mónica, madre, médica y mema. Atentados, masacres, matanzas, carnicerías. Terrorismo. Algunos detenidos, de segunda fila. Aquel atentado se planeó y proyectó en altísimos despachos. La planificación resultó perfecta. Y el objetivo se cumplió gracias a las mentiras y manipulaciones de los adscritos al ideal socialista. Cadenas de televisión, de radio y prensa escrita. Objetivo cumplido. Zapatero al poder. 190 inocentes enterrados. Decisiones judiciales sospechosas –como poco–, y una explosión en un piso con «supuestos terroristas en su interior». Muerto el perro se acabó la rabia. Pero los españoles votaron atemorizados, engañados y sucumbidos de ánimos. El PP, torpe hasta el infinito. El PSOE, sin tope y a por todas.
Un «accidente», según la mujer de las cuatro «emes». De calificar de esa manera el mayor atentado terrorista de la Historia de España, podría haberse referido a cuatro «accidentes». Pero no. Ellos saben lo que pasó y el PP no se enteró de nada. Y sigue sin enterarse. Aznar dio una pista estremecedora. «Este atentado se proyectó en montañas próximas y desiertos cercanos». Pero no pasó de ahí, y nos quedamos a la espera de conocer los nombres de esas montañas y esos desiertos.
Un terrible «accidente». Además de miserable, tonta. Ni al tonto más tonto se le ocurriría definir aquellos sangrientos atentados de «accidentes». El accidente sucede inesperadamente, no se planea ni proyecta. No se valoran los lugares sobre mapas extendidos sobre mesas de lujosos despachos No se estudia la protección posterior a la masacre de los terroristas. El golpe de Estado triunfó de manera contundente. Las informaciones menguaron, y al cabo de pocos meses los atentados se olvidaron. Un juicio de segundones y pringados, y unas condenas desconcertantes. El plan se había culminado a la perfección.
Espeluzantes atentados. Nada de accidentes. El accidente, lo repito, es usted.