Alcalde, ya está bien
Todos tenemos derecho a disfrutar la ciudad. Y todos tenemos el mismo derecho a que un acontecimiento de una minoría de la población, por muchos que corrieran el domingo, no impida a la mayoría de los madrileños la libertad de movimiento. Ya está bien
Creo que la gran mayoría tenemos que estar de acuerdo en que el alcalde de un gran municipio tiene que intentar conjugar los intereses de la mayor cantidad posible de ciudadanos. Confieso que la práctica totalidad de los fines de semana y días no laborables que paso en Madrid dedico una hora temprano –sin exagerar, sobre las 09:00– a hacer 7 kilómetros subiendo y bajando la Castellana o una de sus calles paralelas. Me sorprende mucho ver la cantidad de domingos en que, en paralelo a mi recorrido y bloqueando mi libre acceso por las aceras, se organizan «marchas», «carreras» o «dua», «tri» o «pentatlones» por la Castellana. Supongo que no todos los enunciados, porque alguno de estos creo que hay que hacerlo nadando una parte de la carrera. Pero veo que cualquier día me ponen una piscina en la puerta de mi casa y me impiden sacar el coche por el bien «del común».
El pasado domingo viví una experiencia verdaderamente memorable que me hizo pensar mucho en el alcalde de Madrid. Estaba citado a las 10:00 en la Iglesia de San Jerónimo el Real para celebrar el final de la restauración del sepulcro de Hans Khevenhüller, embajador Imperial en las Cortes de Felipe II y Felipe III (1572-1606). El arzobispo y cardenal de Madrid, D. Carlos Osoro, celebraba una Santa Misa durante la que se inauguró el nuevo sepulcro en la capilla del Pilar, a la cual se trasladaron sus restos mortales. Como quiera que yo he sido parroquiano de los Jerónimos muchos años y el Duque de Calabria nos convocaba a los caballeros de la Orden Constantiniana de San Jorge, a la que pertenezco, tuve claro que debía asistir. Con una lógica evidentemente caduca, pensando en mi juventud, cuando vivía en la calle Antonio Maura, asumí que un domingo a las 09:30 de la mañana podría aparcar en torno a los Jerónimos. Salí de mi domicilio a la altura de la glorieta de Castelar y tiré Castellana abajo. Tenía en mente la manifestación «Por la Vida». Sabía que era a las 12:00 en Serrano esquina Goya, lo que procuré evitar. Pero enseguida comprendí que los problemas eran otros. Yo podía circular por el lateral de la Castellana. Los carriles centrales estaban ocupados por corredores. Al llegar a Colón se me impidió seguir y fui desviado a Génova de donde tomé Almagro para retroceder a la búsqueda del puente de Juan Bravo e intentar llegar a Serrano con la esperanza de que no estuviera cortada todavía. Acerté. Llegué a la Puerta de Alcalá sin problema, pero ahí se acabó mi esperanza. Los corredores subían por Alcalá y no se podía cruzar. Así que pensé en rodear el Retiro y como el tráfico se desviaba Alcalá arriba en paralelo a los corredores creí que era una apuesta segura. Más que una apuesta segura, era un error seguro.
Cuando se llegaba al punto en que se abre la entrada al túnel de O'Donell, los corredores ocupaban toda la carretera y yo me tuve que meter en el túnel. Que me llevó con gran eficacia a la M-30. No parábamos de mejorar. Desde allí tuve la idea de salir para llegar a Alcalde Sainz de Baranda con la idea de que siguiéndolo hasta el Retiro podría rodearlo y llegar al entorno de los Jerónimos por Atocha. Craso error. Al llegar al Retiro fui obligado a girar a la derecha, en dirección a mi casa que fue a donde me fui a las 10:10, diez minutos después de que hubiera comenzado la Misa.
Al llegar a mi domicilio, con cierta furia, me fui al ordenador a buscar qué carrera era la que me había imposibilitado llegar a mi cita. En la página web del ayuntamiento, bajo las búsquedas «cortes de tráfico 12 de marzo 2023» o «carreras 12 de marzo 2023» sólo encontré el «I Duatlón Popular de la Villa de Vallecas», pero ese, claramente, no corría por la Castellana. Así que buscando por fuera de la página del Ayuntamiento he descubierto los «VIII 15 km de Madrid MetLife». Como se puede ver en el gráfico adjunto la salida estaba Castellana arriba en Juan Hurtado de Mendoza, da la vuelta al Retiro y tras pasar por el parque del Oeste finaliza en el Puente del Rey, junto al Campo del Moro.
Maravilloso, verdaderamente notable. Y, para hacer esos 15 kilómetros ¿tenemos que quedarnos bloqueados decenas de miles de madrileños que no podemos cruzar una barrera de 15 kilómetros? ¿Pago yo mis impuestos para que otros me impidan circular libremente por mi ciudad en un vehículo por el que también pago impuestos para poder recorrer en él nuestras calles? Antes de que algún lector lo sugiera, adelanto que mi colega Luis Ventoso me ha dicho que debí ir en metro. Tal vez. Pero me reconocerán que tomar el suburbano vestido de chaqué a las 09:00 de la mañana de un domingo –como era de rigor para la ceremonia– tampoco facilitaba esa posibilidad. Y si la página web del ayuntamiento hubiera informado de ese corte, podría admitir que la culpa era mía. Pero no lo hacía.
Alcalde, todos tenemos derecho a disfrutar la ciudad. Y todos tenemos el mismo derecho a que un acontecimiento de una minoría de la población, por muchos que corrieran el domingo, no impida a la mayoría de los madrileños la libertad de movimiento. Ya está bien.