Santander, 1936
Álvaro Pombo ha relatado el espíritu de lo que yo quería narrar con mucha más eficacia y fuerza de lo que yo sabría hacer. Me rindo ante el maestro y ante su obra conmovedora
Confieso que la última novela de Álvaro Pombo me ha impresionado. Tanto por sus cualidades como relato de ficción como por el ensayo que es sobre por qué no fue posible la paz, si se me permite robar a don José María Gil-Robles el título de su libro.
Pombo hace algo poco común como es convertir en protagonistas de una novela basada en hechos muy ciertos a dos miembros de su familia, su abuelo Cayo Pombo Ybarra y su tío Álvaro Pombo Caller. Y con ellos describe magistralmente cómo se rompe una sociedad. Cómo los amigos de infancia, de extracciones sociales muy distintas, pero que han jugado, han pescado y se han bañado juntos en la playa, de repente se alinean en posiciones enfrentadas.
Para un santanderino como yo éste es un libro conmovedor. Las calles, los ambientes, las cafeterías y las tascas que conocí en mi infancia, cuarenta años después de la guerra, aparecen en el relato. Incluso alguno de los personajes secundarios de la novela, como Lolita Quintana, en cuya casa jugué tantas tardes de mi niñez. Pero lo más impresionante para mí es que el desenlace de todo se perpetra en el barco prisión «Alfonso Pérez», un barco de mi familia que fue incautado con ese propósito. El Alfonso Pérez Sanjurjo que da el nombre al barco era un primo hermano de mi abuelo Ramiro Pérez Herrera y a Alfonso le dieron «el paseíllo» en Torrelodones. En el «Alfonso Pérez» se fusiló/asesinó a 156 prisioneros en las bodegas del barco, disparando desde las escotillas superiores. Una masacre. Múltiples otros prisioneros fueron heridos. Fue el 27 de diciembre de 1936, después de que la aviación alemana bombardeara Santander. Cualquier día nos confirmarán que la ley de la desmemoria vigente prohíbe recordar a aquellos asesinados del «Alfonso Pérez».
Lo que más admiro de este libro es cómo Pombo ha logrado contar la gestación de la guerra durante la II República describiendo los sentimientos y los posicionamientos políticos en la persona de su abuelo Cayo, republicano azañista convencido, y su tío Álvaro, seducido por la Falange joseantoniana por la que está dispuesto a dar la vida, como se describe en la obra con una elegancia sin igual. Quizá lo más conmovedor sea ver cómo padre e hijo, desde posiciones políticas tan distantes, consiguen convivir en paz. Dialogan e intentan entender las razones del otro. Es algo que hoy nos parece difícil de imaginar.
Quienes tenemos afición a la tinta y los folios siempre tenemos una idea en la cabeza. Hace más de veinte años doy vueltas a un libro para contar la ruptura de España por medio de dos miembros de mi familia. De un lado, mi bisabuelo Gabriel, el primer duque de Maura, ministro de Trabajo del último Gobierno de la Corona y autor del manifiesto de despedida al país de Alfonso XIII. Y de otro su hermano Miguel Maura, ministro de la Gobernación del primer Gobierno de la República y protagonista muy relevante del primer semestre del nuevo régimen. Álvaro Pombo ha relatado el espíritu de lo que yo quería narrar con mucha más eficacia y fuerza de lo que yo sabría hacer. Me rindo ante el maestro y ante su obra conmovedora.