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Ojo avizorJuan Van-Halen

La vida sigue igual

Un debate soporífero e inútil. Los sondeos señalan que ha tensado a la izquierda. Sánchez lo utilizará. Dos días que Tamames nunca olvidará

Actualizada 09:01

La moción de censura ha sido analizada con sabiduría por admirados columnistas del periódico y por ello no entraré en honduras, pero puede no ser del todo inútil anotar con desenfado alguna anécdota. Escribí sobre la moción dos artículos «Tamames y Vox» (11 de febrero) y «Sánchez y Tamames ganan» (18 de febrero). Me agrada haber acertado en algunas previsiones, acaso la más curiosa: Feijóo decidió la abstención del PP por respeto al candidato. Algún colega zurdo, menos informado que compensado, afirmó que la decisión era anterior a la elección de Tamames con intención de desmentir a Cuca Gamarra, pero no es cierto. El candidato protagonizó la decisión.

Tamames aguantó pacientemente la soporífera sesión y en sus intervenciones incorporó gratas dosis de ingenio. Descartó llegar más lejos porque calibró la diferencia entre lo que escucha desde su sillón de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y lo que escuchaba en el templo de la soberanía nacional. Nada que ver. Tamames ya ha impartido muchas clases y la obra de misericordia de enseñar al que no sabe no incluye probablemente a sus señorías. El candidato olvidó referirse a la exigencia de elecciones inmediatas pero citó a personajes de los que buena parte del auditorio no tenía ni idea mientras unos a otros se preguntaban el significado de «ucronía». Una tal Vehí reiteró que Franco se había sublevado en 1939, y la diputada Aizpurúa estuvo a su penoso nivel habitual. No faltó quien apostilló a Tamames en temas económicos; la osadía ignorante no tiene límites.

El viejo profesor escuchaba asombrado. Qué diferente aquel personal a los diputados de sus años de parlamentario. Pues sí. Algunas intervenciones rozaron la grosería y la insolencia. Rufián bordó su personaje, entre El Club de la Comedia y El vengador sin piedad. Comenzó preguntando a Abascal si le gustaba su vestimenta porque el líder de Vox había opinado sobre la inapropiada indumentaria de algunos diputados. Rufián esta vez –raro– vestía chaqueta con corbata. Baldoví, que estuvo chillón, desaforado y faltón, llegó al Congreso con chaqueta pero en la tribuna apareció en camisa. Un digital zurdo opinó que el respeto a las instituciones nada tiene que ver con la vestimenta, pero sabe poco de protocolo. Ni en el Parlamento Británico ni en la Asamblea Francesa, por ejemplo, se verán indumentarias inadecuadas. La blandenguería de alguna presidencia de la Cámara permitió que haya diputados que parecen ir de excursión. Si no calibran el respeto a una institución y a su historia, ese vacío se cura leyendo.

Sánchez llevaba escritas hasta las réplicas. Una hora cuarenta minutos. A lo Fidel Castro. Monótono, previsible, sin contestar a nada, en el mecachis que listo soy marca de la casa. Como siempre. Citó 59 veces al PP y a Feijóo achacándoles su abstención, pero el PSOE se abstuvo en la moción de Podemos a Rajoy en 2017. Y culpó a Tamames de no presentar un programa. Él no lo presentó en su moción a Rajoy en 2018. Su cóctel de apoyos lo hacía difícil.

Sánchez decidió dar la alternativa a Yolanda Díaz contra Podemos en ocasión solemne. Hace tiempo que entre Pablo y Yoli están rotos los puentes. Él desearía «azotarla hasta que sangre». Yoli habló no poco de ella, que es el tema que más conoce, en una intervención farragosa con argumentos inverosímiles y mentiras ya suficientemente desmentidas. Elegante, lejos los tiempos de Ferrol, pura blancura, parecía una novia. Chulísima. Acabará en el sanchismo militante. Y un Patxi López chillón, demagógico y sobreactuando para contentar y agradecer al jefe; impresentable y fuera de lugar.

Abascal y Gamarra posiblemente en sus mejores intervenciones parlamentarias. Abascal sin estridencias, calmado. Gamarra respetuosa con el candidato y dura con el hombre del fastuoso traje azulete. Y para información de algún colega: si Feijóo hubiera asistido no hubiese estado en la tribuna de invitados sino en un escaño, en su caso el primero de la bancada del PP. Los senadores pueden ocupar escaño en el Congreso, igual que los diputados en el Senado, lo que no pueden es intervenir en una Cámara que no es la suya.

En resumen: un debate soporífero e inútil. Los sondeos señalan que ha tensado a la izquierda. Sánchez lo utilizará. Dos días que Tamames nunca olvidará. La vida sigue igual.

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