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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Alegría de la casa

Uno de mis partidos políticos favoritos, Podemos, se mueve entre angustias, deslizamientos, tristezas y catástrofes. En su hogar, impera la tristeza. Las encuestas le vaticinan un descalabro

Actualizada 01:30

Don Baltasar del Alcázar, también conocido como Anacreonte y Tirteo, fue un poeta andaluz, rebosado de talento, que escribió sus poemas y epigramas en el entresiglos del XVI y el XVII. Tuvo buen gusto para nacer y para morir. Nació en Sevilla en 1530 y falleció en Ronda en 1606. El mejor torero que ha nacido de madre, don Antonio Ordóñez Araujo, cumplió el camino al revés. Nació en Ronda en 1932 y murió en Sevilla en 1998. Este dato nada tiene que ver con el texto que hoy presento. Se trata de un adorno, de un desplante torero.

Alcázar, en uno de sus epigramas, recomendó el cambio radical en los hogares entristecidos, deprimidos y humillados.

Cuando impera la tristeza
Bajo el techo de un hogar,
Hay que actuar con presteza
Llenándolo de belleza
E inteligencia, a la par

Me ha iluminado los sentimientos que han nublado mi carácter en los últimos meses. Uno de mis partidos políticos favoritos, Podemos, se mueve entre angustias, deslizamientos, tristezas y catástrofes. En su hogar, impera la tristeza. Las encuestas le vaticinan un descalabro. Sus mujeres más cultas y preparadas, Irene Montero y Ione Belarra, de extraordinaria formación cultural y política, amén de insuperables gestoras del dinero público, están más quemadas que un puro habano en manos de Miguel Ángel Revilla durante las restricciones de la pandemia. Hay que alegrar la casa de Podemos y encenderla de alegría y mejores horizontes. No es mi intención menospreciar la ingente labor culminada por las señoras Montero y Belarra. Sucede que sus avances democráticos y sociales, especialmente los sostenidos a favor del feminismo, han chocado con el tradicional y férreo machismo español. Ellas lo han dado todo, y de la llama sólo ha quedado un montón de cenizas. Para que Podemos obtenga un gran resultado en las próximas citas electorales, aunque mi propuesta suene a injusta y aprovechada por las circunstancias que predominan en el formidable y centrado partido morado-lila-violeta, es imprescindible arrinconar la tristeza que hoy se respira en la casa común del progreso, e imponer a una lideresa que abra las puertas del porvenir, no sin agradecer previamente los servicios prestados por las abrazadas Ione e Irene.

Propongo, desde lealtad al partido, a Lillith Verstringe.

Lo tiene todo para encabezar la marcha hacia el futuro. Es culta –estudió en la Sorbona–, simpática, aguda, alegre, ingeniosa y vibrante. No entro en elogiar su aspecto físico por si la alabanza y la lisonja pudieran ser consideradas inmersas en el delito. Pero a mí me gusta. Tiene vida, y su manera de hablar, me convence. Su atractiva gestualidad resulta enloquecedora, y cuando acude a desayunar al Ritz lo hace con mucha más naturalidad que sus compañeras, que fijan su atención más en los cruasanes –croissants–, que en los conferenciantes. Con ella al frente de Podemos, ni Errejón, ni Rita, ni Yolanda, ni la Colau se comen un rosco.

Ignoro si mi propuesta agrada a Pablo Iglesias, pero confío en su generosidad.

Podemos puede recuperar más de 50 escaños, con la alegría de Lillith al mando del partido, hoy sumido en la confusión y la melancolía.

Y además, como ha estudiado en la Sorbona, habla un buen francés. Se me escapaba esta cualidad. La alegría de la casa.

En francés, maison.

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