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El astrolabioBieito Rubido

La España sedienta

En las predicciones meteorológicas no se anuncian ni se esperan lluvias, pero hoy, seguramente, destruiremos dos embalses. Tenemos sed y nos dan vinagre

Actualizada 01:30

Como en tantas ocasiones en el pasado, media España, incluida Cataluña, está agonizando de sed por la sequía, que ya en su día fue calificada de pertinaz. Justamente por ello, por la obstinación de la naturaleza en no dejar que la lluvia nos visite con la frecuencia que nos gustaría, el mismo Gobierno de España que creó TVE o la ONCE, el mismo que construyó cinco millones de viviendas o levantó la mayoría de los hospitales públicos que dan servicio en nuestro país, decidió crear toda una red de pantanos que ayudase a España a combatir la sed de los humanos y, sobre todo, la de la tierra.

Estamos en mayo y hoy será nuevamente un día caluroso en gran parte de nuestra geografía. Muchas ciudades superarán los 30 grados. En las predicciones meteorológicas no se anuncian ni se esperan lluvias, pero hoy, seguramente, destruiremos dos embalses. Tenemos sed y nos dan vinagre. Mientras que el agua dependa del Ministerio de Transición Ecológica, una máquina de sectarismo financiada con dinero de todos nosotros se continuará demoliendo presas. Las Confederaciones hidrográficas están dirigidas por ambientalistas en lugar de por ingenieros. Priorizan las truchas en lugar de las personas. No tenemos claro si lo que prima es borrar la huella de nuestros antepasados o salvar el cauce de algún río. Lo que sí parece evidente es que no se trata de una iniciativa ni a favor de los hombres, ni de la tierra sedienta, ni siquiera de las truchas. Es puro sectarismo del Gobierno más tóxico de la historia reciente. Ya me gustaría no tener que escribirlo, pero no puedo callar lo que veo y es una evidencia, tan pertinaz y tozuda como la sequía.

Los ríos son la demostración de que la Naturaleza va dejando su huella en su incesante discurrir sobre la tierra. Gracias a esa agua el suelo se vuelve fecundo y la infinita deriva del cauce a lo largo de los más recónditos lugares, desde el nacimiento hasta la desembocadura en el mar, pertenece también a los seres humanos. Los ríos arrullan en silencio bosques y plantas de todo tipo. Vivimos en el reino de los mil ríos y su agua, como la lluvia, no es propiedad de nadie, y menos de políticos alejados de la realidad cotidiana de quienes sí quieren al campo, a los animales, a la naturaleza. Esos no están en el eje de la Castellana. Están muy cerca de las riberas y saben lo que vale el agua. Falta ambición y sobra sectarismo. Falta agua y sobra adoctrinamiento. Hoy tendremos sed y alguien seguirá rompiendo las ánforas y los humildes botijos donde guardamos la poca agua que nos queda.

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