La extrema izquierda ya tiene musa
Si tuviese que ocupar el lugar de Sánchez, me preocuparía por la ascensión irrefrenable de su socia. A lo peor hasta consigue ser la primera presidenta
El polideportivo Magariños no es precisamente el estadio Maracaná de Río de Janeiro. Es, probablemente, uno de los recintos más pequeños que hay en todo Madrid para organizar un acto público como el que ayer sirvió a Yolanda Díaz para proclamarse reina de la extrema izquierda, en su enésimo abandono de compañeros en el camino. Vistalegre, por ejemplo, donde Iglesias Turrión en sus días de gloria convocaba a sus fieles, posee un aforo notablemente mayor que el polideportivo Magariños, enclavado, por cierto, en una de las zonas más exclusivas de la capital de España. Ahí ha arrancado la nueva musa del comunismo español su nueva aventura llamada Sumar. El acto contó con apoyo real –el pabellón estaba a reventar– y mediático.
En la distancia, sin estar allí presentes, dos hombres de la política actual se jugaban también mucho en ese acto. Sánchez, porque necesita el apoyo de una extrema izquierda que le resulte más dócil que la que actualmente tiene sentada en la mesa del Consejo de Ministros; Iglesias Turrión, Pablo, que ha constatado ayer que su mesiánico caudillismo se viene abajo, toda vez que su partido camina hacia la insignificancia electoral.
Yo no me tomaría a broma a Yolanda, aunque a veces tenga actuaciones que pueden llevarte hasta la hilaridad. Ya ha demostrado que puede deshacerse de los dragones de dos cabezas. Lo hizo en Galicia y ahora en la política nacional. Si tuviese que ocupar el lugar de Sánchez, me preocuparía por la ascensión irrefrenable de su socia. A lo peor hasta consigue ser la primera presidenta. Sería, eso sí, a base de dejar atrás al propio líder socialista o de quedarse con la finca llamada PSOE, que ya nada tiene que ver con el original y genuino partido. Creo que la asesora otro experto en felonías, el sobrevalorado Iván Redondo. Hay pecados que llevan en sí mismos la penitencia, si no que le pregunten a Judas Iscariote. Ahora bien, ayer Yolanda llenó el Magariños, levantado precisamente por un paisano suyo, el ferrolano José Hermida. Estaba a rebosar, y mucha gente se quedó fuera. Yo, de Sánchez, me echaría a temblar.
Ser la política más valorada en las encuestas es un dato irrelevante. Por ejemplo, cuando Rajoy ganó las elecciones de 2011, el más valorado era Duran i Lleida. Hasta no hace mucho tiempo lo fue Alberto Garzón. La sociometría anda poco fina en ese criterio.