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Aire libreIgnacio Sánchez Cámara

Sumar y el fantasma que recorre Europa

La verdad es que o se gobierna o se opone uno, pero las dos cosas a la vez es imposible

Actualizada 01:30

Marx y Engels (o solo Marx) comenzaron el Manifiesto del Partido Comunista con estas matizadas palabras: «Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo. Todas las potencias de la vieja Europa se han aliado en santa cacería contra este fantasma: el papa y el zar, Metternich y Guizot, radicales franceses y policías alemanes». Muchos no han pasado de ahí, si es que han llegado, pues leer es tarea fatigosa. Escribió mi profesor de Economía, Jesús Prados Arrarte, que los dos libros que más habían influido en la historia de la humanidad eran la Biblia y El capital, pero mientras el primero había sido leído por millones de personas, los lectores del segundo probablemente no pasaban de diez, y menos aún eran los que lo habían entendido. Hoy cabría decir lo mismo del Manifiesto.

Es muy difícil encontrar ideas allí donde no las hay. Por ejemplo, entre los dirigentes de Sumar. Indagar la relación de su «ideario» con el comunismo es tarea inútil. Las ideologías han sido sustituidas por estereotipos, eslóganes y tópicos, siempre de una famélica brevedad. Nada en demasía. Si hay algo de marxismo será un marxismo débil, extenuado, agonizante, exánime. Sumar y el marxismo débil. Y esto es hacerle un gran e injusto favor. ¿Cuál es su ideología? Ninguna. Al fin y al cabo, la ideología es falsa conciencia, conocimiento deformado por el interés. ¿Cuál es la clase dominante? La suya, pues la fundadora, que ciertamente no tiene el mismo aspecto que Dolores Ibarruri, lleva gobernando algunos años, y quiere continuar. ¿Cuál la clase dominada? La representada por toda la oposición. ¿Nos espera la dictadura del proletariado? Pero, ¿eso qué es? Lo cierto es que sumar es una operación aritmética y no una ideología política.

Yolanda Díaz critica con pasión al presidente del Gobierno del que ella es vicepresidenta. Las contradicciones internas. El ideal de un movimiento político es que todo, el gobierno y la oposición, formen parte de él. Fuera, todo es frío y oscuridad. ¿Para qué los partidos, si tenemos el movimiento (no nacional, porque incluye a los separatistas)? A pesar del poco cariñoso tratamiento dado por Yolanda Díaz a Irene Montero, son compañeras de banco azul, y la ley para el fomento de la agresión sexual no es sólo de la ministra de Igualdad, sino de todo el Gobierno, también suya. En algunos casos graves el alma de mitin y de asamblea de Facultad no cambia con los años. Dura toda la vida. Más aún cuando se une a un cuerpo de poltrona y de Consejo de Ministros. Es el ideal: estar a la vez en Moncloa y en las barricadas. ¿Cómo no va a ser la dirigente política mejor valorada? Pero la verdad es que o se gobierna o se opone uno, pero las dos cosas a la vez es imposible. En ocasiones el voto no sigue a la ideología, sobre todo si las listas son abiertas. Al parecer, en las elecciones republicanas del 34, Ortega y Gasset, a pesar de que no era socialista, voto a Julián Besteiro y sólo a él. Supongo que la inteligencia y la honradez del catedrático de Lógica de la Universidad Central serían determinantes. Por mi parte, no siendo, como es notorio, comunista, siento una enorme nostalgia de Julio Anguita. Probablemente es cosa de la honradez, la coherencia y las lecturas. Al cabo, era profesor. Nada de lo que va dicho antes le podría ser aplicado a él.

Toda esta farsa se extrema en tiempo electoral. Quien lleva años gobernando promete ahora el Estatuto del becario y una paga cultural para los jóvenes. Ignora que estamos ante la generación mejor preparada de la historia. Quizá ignore también por dónde anda hoy buena parte de la rebeldía juvenil. En cualquier caso, no parece que Sumar sea el fantasma que recorre España.

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