El temblor subvencionado
Si el PP gobierna con mayoría absoluta, seguirán chuleando a los españoles los del «mundo de la Cultura». Y es probable que puedan encontrar más dificultades si Vox forma parte del futuro Gobierno
Se han olvidado de los catedráticos, los académicos, los científicos, los filólogos, los doctores, los arquitectos y los latinistas y los helenistas. No obstante, ellos se autodenominan en su conjunto, «el mundo de la Cultura», con mayúscula y todo. Y están nerviosos. Los nervios han desembocado en un mar de consignas, tópicos y estupideces que rescatan de cuando en cuando si intuyen tiempos de recortes en las subvenciones estatales, autonómicas o locales. Reclaman la continuidad y el respeto a «sus derechos», cuando éstos, sus derechos, no son otra cosa que el dinero de los contribuyentes para financiar sus bodrios. Advierten, desde su temblor subvencionado, a los militantes de las izquierdas, sin excluir a los filoterristas de Bildu, que también son «Cultura». Y han firmado 180 «culturales» un manifiesto contra «la nueva ofensiva conservadora con derivaciones ultraderechistas». El comunismo no es la ultraizquierda. No existe. Una supuesta «ultraderecha» les amenaza, y una comprobada «ultraizquierda» gorrona y miserable ha desaparecido de sus afanes reivindicativos. Como siempre, destaca entre los firmantes de la «Cultura» el cineasta Almodóvar, que se asusta por muy poquita cosa. Y entre los «artistas» figuran Unai Sordo y José Álvarez, secretarios generales de CCOO y UGT, respectivamente, a los que tenía por meros indolentes sindicalistas, pero no componentes de los supuestos artistas de la «Cultura». Y Aitana Sánchez Gijón, Leonor Watling, Emilio Gutiérrez Caba, Alberto San Juan, y las «comunicadoras» –así se presentan– Inés Herrand y Nuria Pérez de las Cuevas, a las que ruego mis disculpas por desconocer sus actividades y el alcance de su sabiduría. También Luis García Montero, el poeta granadino, que sí pertenece al mundo de la cultura, si bien prefiere descenderlo en sus actos y aprecios en beneficio de la militancia comunista. Y también firma el cantante Serrat, cuyos derechos son derechos de autor e interpretación, y no necesita para nada compartir los temblores con ignorantes que le preceden en la rúbrica del manifiesto.
No obstante, me apresuro a tranquilizarlos. Las subvenciones mamarrachas a estos chulos del sistema han sido siempre mantenidas y aumentadas por los Gobiernos «conservadores con derivaciones ultraderechistas». Los conservadores administran mucho mejor el dinero público, pero siempre han guardado un respeto acomplejado a los chupópteros autodefinidos culturales. Los ministros de Cultura de los Gobiernos del PP han abusado del dinero de los contribuyentes en beneficio de la necedad, la planicie intelectual y el sesgo histórico con parejo entusiasmo al de los socialistas, con excepción del ministro de Cultura socialista César Antonio de Molina, que por su demostrada y amplia cultura, despreciaba a los cultos de los manifiestos. Nunca se ha leído entre los firmantes de esos panfletos incendiarios el nombre y apellido de José Luis Garci, o de Arturo Fernández, o de Julio Iglesias, o de Arturo Pérez-Reverte, o del mejor pintor de España Augusto Ferrer Dalmau. O de los directores de las Reales Academias. Ellos, y muchos otros, viven de los rendimientos de su trabajo, no del trabajo de millones de españoles que les pagamos involuntariamente sus opulentas existencias. Por ese lado no se preocupen. Si el PP gobierna con mayoría absoluta, seguirán chuleando a los españoles los del «mundo de la Cultura». Y es probable que puedan encontrar más dificultades si Vox forma parte del futuro Gobierno. Pero las dificultades no determinan la ruina. Por un lado o por el otro, las sesgadas y chorradas producciones de los golfos seguirán deteriorando nuestro prestigio cultural.
Se trata de una costumbre establecida. Todo para unos y nada para los otros. Aunque sean los otros los que subvencionan a unos.