Que te vote Txapote, sí
El cántico traduce en cuatro palabras simples y virales la peor sumisión nunca vista de un dirigente político a todo aquello que debiera combatir
No debe ser sencillo ejercer de reportero de TVE con los jefes mirando, de los nervios, a ver si en un directo se cuela un espontáneo o el entrevistado de turno irrumpe en los hogares de España con cuatro palabras malditas para Sánchez, el Berlusconi del ente público: «Que te vote Txapote».
Es curioso y demoledor cómo, desde la versión inicial de un paisano, algo hiperventilada y excesiva en epítetos, el cántico ha perdido el apellido original, que no es necesario ya para que todo el mundo entienda a quién va referido.
Y también es sorprendente cómo se ha ido recreando para hacerse masivo, coral e incontrolable: la espontánea reacción de la plaza de toros de Pamplona, donde se celebran corridas y encierros sin demasiadas protestas del animalismo, no sea que por ello pierda una pila de votos allí, consagra definitivamente el lema como una especie de canción del verano electoral.
Las quejas de Rubén Mújica, Consuelo Ordóñez o la familia de Fernando Buesa, a quienes no gusta un estribillo recordatorio del asesino de los suyos, obligan no obstante a plantearse su idoneidad: aunque la intención no sea, obviamente, dañar a las víctimas ni ofender a los muertos, si para ellos ése es el efecto hay que tomar nota y proceder en consecuencia.
Pero antes, al menos, déjennos explicarles el sentido y el objetivo de la alocución, por si acaso les convence. Gritar «Que te vote Txapote» tiene tan poco que ver con la trivialización del dolor de las víctimas o la exaltación de su asesino como denunciar el abuso sanchista con el Falcon con cuestionar el papel del Ejército del Aire, responsable de la flota de aviones que el presidente utiliza como un taxi privado costeado por el contribuyente.
Más allá del uso absurdo del lema por Nuevas Generaciones, que como todas las juventudes de todos los partidos debiera disolverse y entregar las babas, su éxito viral es un homenaje sincero de la calle a las víctimas y una denuncia contundente del dirigente político que, por necesidades estrictamente individuales, ha convertido su legislatura en un homenaje reiterado a los verdugos y a sus socios políticos.
Txapote, de quien no consta arrepentimiento alguno ni disposición a ayudar a aclarar los casi 300 asesinatos sin resolver, es uno de los etarras beneficiados por la extorsión de Otegi a Sánchez, pública, conocida y eficaz: decenas de ellos fueron trasladados al País Vasco, previa cesión al PNV de las competencias penitenciarias, para que allí les concedieran el régimen de semilibertad o la libertad completa, negado por los profesionales de sus cárceles de origen.
Txapote es la metáfora de la reiterada sumisión de Sánchez a Bildu, visible en un ramillete de acuerdos, cesiones y rendiciones estruendosas, que incluyen la redacción con Otegi de la Ley de Memoria Democrática; la renuncia abyecta a rematar el fin del terror con el relato correcto de lo que pasó para no desairar a un socio clave; el abordaje socialista del Gobierno de Navarra con la abstención indispensable de la marca blanca de Batasuna y la legitimación de un proyecto político racista y excluyente que, con este PSOE, no necesita condenar el terrorismo para ser indultado.
El ”Que te vote Txapote” es el grito, rudo pero sincero, contra Sánchez y su relativismo; contra dar el pésame en el Senado por el suicidio de un etarra mientras se insulta a Ortega Lara; contra la desmemoria interesada sobre el horror; contra la renuncia a derrotar al brazo político de la «lucha armada» y contra la rendición moral, institucional y legal de Sánchez ante Otegi a cambio de un par de investiduras, algún presupuesto, un ramillete de leyes y un Gobierno autonómico.
No se chilla ni se canta algo así para trivializar el terrorismo, sino para rescatarlo del olvido en que Sánchez lo ha sumido para facilitarse una sociedad con Otegi inviable si el propio PSOE tuviera memoria de lo ocurrido y decencia para entender que la victoria definitiva requiere del combate diario de las ideas que impulsaron al terror, del aislamiento de quienes lo minimizan y de la restitución de todos los daños que provocó.
Cuando Otegi insiste en que Sánchez y el PSOE han sido, son y serán sus aliados por una razón irreversiblemente aritmética y destruye la campaña de disimulo al respecto que los socialistas mantienen antes de las Elecciones, está desafiando al presidente a que tenga valor a desmentirlo con hechos.
Y no lo hace: nada más pasar el 23-J, veremos cómo gracias a Bildu María Chivite, una perdedora, mantiene el control de Navarra, a cambio de someter al viejo Reino a un proceso de inmersión abertzale que quedaría abortado si el PSOE hiciera con UPN lo que el PP hizo con el PSC en Barcelona o con el PNV en Vitoria: cerrarle el paso al independentismo, que una cosa es que ya sea legal y otra que sea un socio.
«Que te vote Txapote» es un homenaje a las víctimas, una sanción a quienes las humillan y un grito de hartazgo contra quien ha vendido su alma al diablo por un plato de lentejas.
Y si pese a ello hay una sola víctima que no lo entiende ni lo siente así y estas palabras no le convencen, deberemos buscar otra manera de decirlo. Pero nunca renunciar a decirlo, todas las veces que haga falta.