Ventaja
Mientras Feijóo prepara su intervención en el Congreso, y se limita a recibir a sus más íntimos colaboradores, Sémper, Cuca Gamarra y González-Pons fundamentalmente, Pedro Sánchez se le ha adelantado, acogiendo en la Moncloa a Terelu y Carmen Borrego
Jugar con ventaja es una trampa. Y más aún, en la inmediatez de una sesión de investidura que se pronostica fallida. Después vendrá la de Sánchez, y para ello está aprovechando su presidencia en funciones para contar con los apoyos necesarios. España es una nación habitada por gentes muy sensibles. En los primeros años de su Gobierno, Sánchez nos sorprendió con una decisión valiente y arriesgada. Asumió con encomiable firmeza y humanidad la tragedia de Rociíto, que rompió a llorar durante su intervención en un interesante programa de televisión. Los españoles siempre estuvimos enfrentados al respecto. Unos eran pro-Rociíto y otro tantos anti-Rociíto. Y Sánchez no se lavó las manos, como el taimado Poncio Pilato, el del nombre confuso. Cuando yo era niño se le decía Poncio Pilatos, pero en la actualidad han singularizado el apellido. Pero lo de Poncio carece de importancia en el presente texto. Sánchez, tal como afirmó y confirmó la fuente oficial de la Moncloa, llamó personalmente a Rociíto para mostrarle su adhesión y cariño. Tomó partido, quizá precipitadamente, y los veinte millones de partidarios de Rociíto se lo agradecieron con intensidad. La sensibilidad de izquierdas estaba con ella y Sánchez no la defraudó. Las derechas desconfiaron desde el principio de la honestidad lacrimal de la hija de la gran artista chipionera. Las derechas no son sensibles. Al cabo del tiempo, se demostró que la niña había interpretado su sinfonía llorosa, y que no todo el monte era orégano. Pero Sánchez, llamándola, consiguió que las ministras del feminismo y la LGTBIQRSUWXYZ le ofrecieran a la joven trabajadora todo su apoyo ministerial. Creo que Sánchez acertó en la forma pero erró en el fondo, y lo escribo desde mi condición de equidistancia en este caso concreto. No soy rociitero ni anti-rociitero, pero reconozco que Sánchez actuó con hidalguía, cobijando con su llamada telefónica a una mujer desamparada y con una vida pública fronteriza con el esfuerzo y la ejemplaridad.
Hoy ha vuelto a jugar con ventaja. Mientras Feijóo prepara su intervención en el Congreso, y se limita a recibir a sus más íntimos colaboradores, Sémper, Cuca Gamarra y González-Pons fundamentalmente, Pedro Sánchez se le ha adelantado, acogiendo en la Moncloa a Terelu y Carmen Borrego. Les ha enviado un coche oficial para recogerlas en sus domicilios, y ha permanecido con ellas más de dos horas.
El poder tiene eso, la influencia y el encanto del prodigio. Desde muchos años atrás, Terelu y Carmen Borrego han sido, por su sabiduría e influencia política, tesoros inalcanzables para los dirigentes de las llamadas derechas. Cuando Terelu, en un verano, sufrió un leve pero aparatoso accidente de bicicleta, consecuencia de un derrape cuando tomaba una curva en Sotogrande, Rajoy fue informado del infortunio de la popular mujer, pero le dio pereza interesarse por su estado. Perdió su voto. En una democracia, perder un voto tiene su importancia. De ahí que Terelu y Carmen Borego hayan decidido apoyar a Sánchez en la investidura, y Sánchez ha correspondido merendando con ellas en el Palacio de la Moncloa. De nuevo ha jugado con ventaja, pero es justo reconocer que Feijóo, que pudo invitar a las dos hermanas, hijas de María Teresa Campos, a compartir un lacón con grelos en la Casa de Galicia, pasó de ellas olímpicamente.
Grano de arena sumado a otro grano de arena dan como resultado el nacimiento de una playa. El departamento de relaciones públicas de Sánchez aventaja en oportunismo al de Feijóo. Conseguir que las hermanas Terelu y Carmen Borrego acudan a la Moncloa no está al alcance de todos. Más bien, no está al alcance de casi nadie. Y Sánchez es el casi. Con mano izquierda y celeridad populista lo ha logrado. Y aunque haya jugado con ventaja, hay que reconocerle valor y coraje para culminar tan magna empresa.
Con el apoyo de las hermanas Borrego se asegura cuatro años más en el poder.
Y mientras, Feijóo, preparando su discurso.