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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El cernícalo

Que una opinión satírica merezca la apertura de diligencias de la Fiscalía, dice muy poco de la Fiscalía. Y de los fiscales que callan ante el ridículo

Actualizada 08:45

El gran jefe de los cetreros españoles es el sevillano Manuel Diego Pareja-Obregón. Familia de artistas, músicos y poetas. Como no le conozco personalmente, no me he atrevido a molestarlo. Algunos aficionados a la cetrería me aseguran que el cernícalo, a pesar de su pequeño cuerpo, es la más precisa de las aves rapaces. Más aún que el águila, el halcón peregrino y el gerifalte. Alfonso Guerra es el cernícalo. Felipe González es mucho más denso, pero Guerra, como los grandes poetas epigramistas, con dos palabras tumba a cualquier muñeco. Es la gracia del epigrama.

A la abeja semejante
Para que cause placer,
El epigrama ha de ser
Pequeño dulce y punzante.

El mejor poeta epigramático de la España de hoy es vasco, de Bilbao, defensor a ultranza de la tortilla de patatas sin cebolla y firma como «Monsieur Sansfoy». Y el político más epigramático, no en versos, sino en frases y opiniones, es Alfonso Guerra, al que la Fiscalía ha abierto diligencias contra él por decir en el programa de la siempre confusa y equidistante Susana Griso, que Yolanda Díaz suelta sus chorradas entre peluquería y peluquería. Que a esas cosas se dedica la Fiscalía, que no ha abierto todavía diligencias contra la presidente del Congreso de los Diputados, la catalanista Francina Armengol, por asuntos tan escandalosos y graves como los denunciados por el gran periodista de investigación de El Debate, Alejandro Entrambasaguas, que hoy nos amplía sus descubrimientos. Armengol, además de autorizar al llegar al poder la construcción de un hotel de superlujo bloqueado durante 18 años y en el que su pareja tenía intereses, recibió 1.4 millones de euros del Gobierno para establecer un vivero que hoy parece un secarral. Pero la Fiscalía actúa contra Alfonso Guerra por emitir una opinión nada lejana a la realidad. Que Yolanda Díaz dice sus tonterías entre peluquería y peluquería, o entre modista y modista, que es añadido del que me responsabilizo. A este paso, la próxima fiscal general será Alexia Putellas.

Cuando Soledad Becerril fue nombrada por Leopoldo Calvo-Sotelo ministra de Cultura, Alfonso Guerra dijo de ella que era igual a Carlos II el Hechizado vestido de Mariquita Pérez. Y la primera que sonrió al leer su definición fue Soledad Becerril. Guerra tiene talento satírico. De Suárez dijo que era un tahúr del Mississippi, y de Javier Arzallus, presidente del «Euzkadi Buru Batzar» que era el más mochales y peligroso del «burubazá ése, o como se llame». La Fiscalía se ocupaba de otros asuntos, y no estaba dominada por el ultrafeminismo infectado, como en la actualidad.

De ahí que Guerra sea más cernícalo que halcón peregrino, águila o gerifalte. Tiene tanto humor como pericia en su mala uva. Y hiere más que otros con pasmosa eficacia y naturalidad. Que una opinión satírica merezca la apertura de diligencias de la Fiscalía, dice muy poco de la Fiscalía. Y de los fiscales que callan ante el ridículo. Los cernícalos vuelan y son libres, y no tienen culpa de las tonterías repetidas que sueltan las cacatúas sin saber de lo que hablan.

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