Margarita, ¿está Sánchez orgulloso de España?
El primero que no cumple con su país es aquel que se encama con los que quieren destruirlo y les da alas
Además de someternos a sus arbitrariedades, el Gobierno nos quiere sumisos y silentes. Toda crítica al poder benefactor se considera execrable y de mal gusto, el PSOE dixit. En paralelo, el aparato del Gobierno se había venido quejando preventivamente ante los posibles abucheos a Sánchez en el Día de la Fiesta Nacional. Aunque esta vez ha costado que llegasen a sus augustos oídos, pues han cambiado expresamente el protocolo y el público estaba muy alejado de los pabellones auditivos presidenciales. Tal y cómo se ha organizado el acto, para que Sánchez escuchase nítidamente los abucheos tendrían que reaparecer Pavarotti y María Callas. O traer directamente a Metallica y AC/DC. Pero aún así su rictus facial revelaba que no se perdió el recital por completo.
Margarita Robles, la ministra de Defensa, de 66 años, es una jurista de ilustre currículo, que al principio era saludada como una dirigente con «sentido de Estado» que aportaba un poso de cordura en la nave del populismo izquierdista. Pero en la práctica, cuando llega la hora de retratarse, se transmuta en Margarita Aló Presidente. No hay maniobra de alto riesgo de Sánchez que ella no acabe apoyando embelesada. Por supuesto esta luminaria del derecho colaborará también encantada en la campaña para hacernos digerir una amnistía inconstitucional, que el propio Sánchez todavía rechazaba tres días antes del 23-J.
Margarita defiende a su jefe frente a los abucheos. Esgrime como argumento que abuchear a Sánchez en el desfile de la Fiesta Nacional equivale a hacerlo con el Rey y las Fuerzas Armadas. Una tergiversación bastante injusta. Probablemente pocos españoles aprecien más a los militares y a Felipe VI que los miles de personas que acuden al desfile del 12 de octubre, muchas de las cuales no soportan a Sánchez y lo que representa (a lo que tienen todo el derecho, como quienes opinan lo contrario).
Robles pide que «no se haga política» con el desfile, lo cual evoca la famosa cita, tal vez apócrifa, que se atribuye al célebre ministro sin cartera de este Gobierno, el general Franco: «Haga como yo, no se meta en política».
La ministra demanda que se acuda al desfile del 12 de octubre «con alegría, con ilusión, sintiéndonos todos orgullosos de España, sintiéndonos orgullosos de nuestras Fuerzas Armadas».
Y aquí es donde conviene recordarle que el que no parece nada orgulloso de España es su jefe, que considera que es una nación de naciones, que colabora en que se arrumbe el idioma español, que ha aceptado amnistiar a los que dieron un golpe contra España, que va a romper la igualdad entre españoles para comprar el apoyo independentista y que ha elegido aliarse con partidos separatistas mientras desprecia con asco a los que defienden la unidad de España y el orden constitucional.
Margarita, nada más antiespañol que el sanchismo, pues nada haría más daño a la nación que sus planes para reescribir la Constitución por la puerta trasera a la orden de ERC, Bildu y Junts.
Particularmente estoy en contra de que se abuchee a Sánchez en el desfile, porque creo que existen otras formas de protestar más adecuadas (aunque siendo sinceros, no he necesitado un clínex para secarme las lágrimas al ver que volvía a ocurrir, sino más bien lo contrario). Pero no se le puede negar al pueblo el derecho a expresar sus pareceres en la vía pública. Todos los mandatarios de los países libres están expuestos a los abucheos, va incluido en su cargo de representantes públicos al servicio de la ciudadanía. España, Margarita, es todavía una democracia, no el régimen del mandatario Xi Sanchín, al que tenemos que obedecer con un esparadrapo en la boca.
El artículo 21 de la Constitución consagra el derecho de manifestación. ¿Lo ves poco «progresista», Margarita? ¿Convendrá que llamemos al leal Cándido para que lo vaya tuneando? «Derecho de manifestación, sí, por supuesto, pero solo contra la derecha y la ultraderecha», sin duda resultaría una formulación más adecuada para estos tiempos venturosos con «la mayoría social de la coalición progresista».
Paradójica estampa en el desfile. Por las avenidas marchaban nuestras estupendas Fuerzas Armadas, cuya misión es «garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional». Y viéndolas desde el palco, un presidente que solo puede llegar al poder si se pliega a las órdenes de quienes quieren descangallar la integridad territorial de España y su Constitución. A la misma hora, la energúmena ministra Ione Belarra abogaba por suprimir la Fiesta Nacional. Todo eso es hacer oposiciones al abucheo.