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HorizonteRamón Pérez-Maura

La responsabilidad del PP

En esta hora Alberto Núñez Feijóo tiene sobre sus espaldas una responsabilidad de la dimensión y el peso de la que tuvo Adolfo Suárez cuando el Rey le encargó en 1976 dar los primeros pasos hacia la democracia

Actualizada 19:50

Lo que España vivió el pasado domingo abre una nueva etapa de nuestra historia. Fue un hito equiparable al 23F y un mojón en nuestro devenir como lo fue el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Aquellos dos hechos trágicos -de distinta forma, pero trágicos los dos- consolidaron la democracia española contra quienes intentaban derribarla. Las manifestaciones del pasado domingo por toda España pueden ser equiparables porque han tenido unas características nunca vistas en nuestro país.

El golpe de Estado y el secuestro del concejal de Ermua detonaron gigantescas manifestaciones, pero eran manifestaciones de unidad, que agruparon a partidos de todo el arco parlamentario en su convocatoria. Las manifestaciones del pasado domingo fueron convocadas exclusivamente por el PP y hay que reconocer que en la calle Génova tienen bien tomado el pulso a la población porque la concentración de semanas atrás frente al Wizink Center de Madrid fue un éxito que sorprendió a propios y extraños por la cantidad de gente que acudió. Pero entonces es probable que sólo asistieran votantes del PP. Lo del domingo fue diferente.

Como dijo ayer en el desayuno de El Debate el presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, en la manifestación a la que él fue en la plaza del Ayuntamiento de Alicante, se le acercaron a saludarle votantes socialistas y comunistas. ¿Qué ha hecho este Gobierno para conseguir que los votantes que supuestamente les eran afines vayan a una manifestación convocada por el rival al que quieren descalificar diciendo que es la derecha dura?

Que la Delegación del Gobierno en Madrid diga que en la capital de España se reunió a sólo 80.000 personas no es creíble ni para los ciegos. Nos decían que lo que allí se concentró es lo mismo que acude a un partido del Real Madrid en el Bernabeu. Oiga, una cosa es que ustedes nos crean idiotas -allá ustedes- y otra que nos lo llamen a la cara.

En esta hora Alberto Núñez Feijóo tiene sobre sus espaldas una responsabilidad de la dimensión y el peso de la que tuvo Adolfo Suárez cuando el Rey le encargó en 1976 dar los primeros pasos hacia la democracia. Lo que fue nuestra Transición. La diferencia está en que cuando el 15 de diciembre de 1976 se sometió a referendo la Ley para la Reforma Política, votó el 77 por ciento del censo y lo hizo afirmativamente el 97 por ciento de los votantes. El proyecto que iba a llevar adelante Suárez nacía con un respaldo abrumador. Núñez Feijóo tiene hoy un país partido, en el que la mayoría de los diputados elegidos en las últimas elecciones no creen ya en la constitución en vigor. Y claramente, la calidad moral de nuestra sociedad está muy lejos del nivel que tenía en 1976. Entonces nadie hubiera votado a un mentiroso compulsivo. Y hace tres meses y medio logró siete millones de votos.

En esta hora Núñez Feijóo tiene el reto de seguir atrayendo a desencantados de la izquierda y de presentar ante la población española una alternativa en la que quede perfectamente definida su relación con Vox. Y esa alternativa tiene el reto de ser vista por las multitudes del pasado domingo en toda España o el próximo sábado en la plaza de Cibeles de Madrid como la única posibilidad de Gobierno. Un Gobierno que defienda la unidad de España. Qué bajo hemos caído.

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