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HorizonteRamón Pérez-Maura

Cualquiera hubiera vomitado

Si Netanyahu no tuviera la hechura que tiene, hubiera hecho como Sánchez ante Núñez Feijóo y se hubiese pitorreado a carcajadas del presidente del Gobierno español ante las cámaras de televisión. Apoyar a los asesinos y pedir ser mediador no tiene parangón

Actualizada 01:30

El simplismo en el análisis de las relaciones internacionales lleva a decir que Sánchez ha visitado, Israel, la ANP y Egipto en el mejor momento porque entraba en vigor una tregua. Hombre, será el mejor momento para no llevarse sustos. Pero se los han llevado igual porque la tregua se ha demorado.

No tengo ninguna información exclusiva de cómo fue ayer la reunión entre Benjamín Netanyahu, primer ministro del Estado de Israel y Pedro Sánchez que acudía en su condición de presidente de turno del Consejo de la UE. Pero sí tenemos muchos indicios de cómo debió ser el ambiente de la reunión. Sánchez ha sido proclamado el mejor amigo de los palestinos hasta por el presidente turco Recep Tayip Erdogan. Y Sánchez llegó anunciando su deseo de reconocer Palestina como un Estado de pleno derecho. Todo un hombre con visión de futuro. Los palestinos nunca han perdido una oportunidad de perder una oportunidad. Ni con Arafat, ni con Mahmud Abbas. Y cuando un país como España haga ese reconocimiento, ¿a quién va a reconocer en Gaza? ¿A Hamás? ¿Va España a reconocer dos autoridades distintas dentro del exiguo territorio palestino? La de la presencia de dos autoridades diferentes es una realidad incuestionable. Y una de ellas es una banda terrorista. Claro que eso no debe de parecer tan mal a quien negocia y consigue el apoyo de ETA/Bildu.

Netanyahu recibió ayer al presidente de un Gobierno en el que dos ministros se han negado a condenar el asesinato de 1.400 israelíes. Y esa condena que se realizó en el Parlamento Europeo no se hizo hace una semana. Se hizo inmediatamente después del atentado. Y miembros de Sumar proclamaban el «¡Viva Palestina libre!» mientras todavía se estaban perpetrando los crímenes de violación y asesinato. Y otros miembros de partidos que forman parte de la coalición de Gobierno o de su apoyo parlamentario exigen un embargo a Israel y la ruptura de relaciones bilaterales. Y con esos apoyos, Sánchez tuvo el valor de proponer otra conferencia de paz de nuevo en Madrid, como la de 1991. Si Netanyahu no tuviera la hechura que tiene, hubiera hecho como Sánchez ante Feijóo y se hubiese pitorreado a carcajadas del presidente del Gobierno español ante las cámaras de televisión. Apoyar a los asesinos y pedir ser mediador no tiene parangón.

Por más que algunos creyeran que era un acierto llegar cuando se ponía en marcha la tregua de 4 días, ni aunque efectivamente hubiera ocurrido, en ningún caso hubiese sido tan buena idea, porque esa tregua demandaba la máxima atención de Netanyahu y sus ministros, como se demostró ayer.

Netanyahu tuvo que colocar a Sánchez y el primer ministro bélga Alexander de Croo, que tienen sintonía en la cuestión palestina y que es el sucesor en la Presidencia del Consejo de la UE, un documental sobre los ataques al kibutz en el que se cometieron las mayores barbaridades. Barbaridades que en su mayoría no fueron captadas por cámaras de seguridad dentro del kibutz sino que fueron filmadas por los propios terroristas como actos de propaganda. Netanyahu no quiso que dejaran de enterarse de lo que Hamás había hecho para conseguir el apoyo de miembros de su Gobierno. Cualquier persona con la más mínima sensibilidad hubiera vomitado ante lo que vio Sánchez. Él se fumó un puro y sigue apoyando a Hamás. Con un par.

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