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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Inocentes

La señorita Lois lo ha hecho tan mal que Yolanda Díaz se ha empeñado en devolverla a Galicia por un solo motivo. Dice más tonterías que ella, y hasta ahí podíamos llegar

Actualizada 01:30

Hoy se celebra el Día de los Santos Inocentes. En España son habituales las inocentadas. Pero no somos inocentes, somos tontos. Tontos gobernando y tontos votando a nuestros supuestos representantes. La mejor inocentada que se ha culminado en España la urdió un cachondo extremeño. Publicó su esquela. Y emplazó a sus familiares, amigos y conocidos a asistir a su entierro, en el cementerio de Almendralejo. Él lloraba entre los asistentes, hábilmente camuflado con bigotes y barba.

Su objetivo no era otro que apuntar ausencias. Engañó a su único hermano, que, vestido de chipirón en su tinta, recibió toda suerte de pésames y abrazos. Al día siguiente de su inhumación, se presentó en su bar habitual y convidó a toda su peña de contertulios exceptuando a uno de ellos. «A ti no te convido por no ir a mi entierro». Cuando apareció por la puerta, se sucedieron conatos de infartos, anginas de pecho y episodios vasculares.

El día que me muera
Quiero estar vivo,
Para ver si a mi entierro
Van mis amigos.

España vive por tiempos de dolorosas inocentadas. Pero hemos dejado de ser una nación de inocentes para convertirnos en un rebaño de necios, groseros y analfabetos. Roma en el olvido. La mano derecha de la ignorante Yolanda Díaz, una tal señorita Lois que potavocea en el Congreso sus memeces, es una republicana incoherente. En menos de una semana nos ha impuesto tres Reyes diferentes. Se le dan mal los números romanos. No le gustó el impecable discurso de Navidad del Rey Felipe VI, y le responsabilizó de su contenido a Felipe IV. El Rey de nuestros siglos de oro de la literatura y la pintura. El Rey de Velázquez, y de Quevedo, Góngora, Villamediana y Cervantes. Pero ella misma se apercibió de su error y lo ha enmendado con el mensaje que sigue a continuación y transcribo textualmente. Siempre es bueno rectificar. Se trata de un mensaje en gallego con emocionante telón palestino: «Outra ausencia importante no discurso de Felipe XI é non mencionar o conflito de Palestina. Miles de nenos e nenas están sendo asesinados en Gaza. Sería un bo momento para esixir un alto o fogo e o respeito a o dereito internacional». La republicana gallega nos ha instalado en el trono de España los traseros de tres Reyes. Felipe IV, Felipe VI y Felipe XI. La señorita Lois no abrió la boca cuando Hamás asesinó a «os nenos e nenas» de Israel, porque estaba reunida. Pero bueno es reconocer su acendrado y profundo desahogo monárquico. Tres Reyes simultáneos no los supera ni en sueños el más monárquico de los españoles. Del bueno de Julián Cortes-Cavanillas, dijo Emilio Romero, el agudo y ácido director del diario vespertino Pueblo, que más que monárquico, era pornomonárquico. Como la señorita Lois, que lo ha hecho tan mal que Yolanda Díaz se ha empeñado en devolverla a Galicia por un solo motivo. Dice más tonterías que ella, y hasta ahí podíamos llegar. Una y otra son inocentadas de muy mal gusto, y lo malo es que no actúan exclusivamente el 28 de diciembre. Lo hacen todos los días del año. Y del año siguiente, y del que vendrá después.

Un 28 de diciembre coincidieron de paseo por una calle del barrio de La Viña, en Cádiz, dos amigos. El Pichas y Vichisúa.

-Buen día de inocentes, Pichas.
-Buen día, Vichisuá.
- Mira, Vichisuá. Que ayer me crucé con tu mujer y me guiñó un ojo.
- No tiene importancia, Pichas. Ya sabes que mi mujer, cuando se pone alegre por algo tiene un tic y guiña el ojo izquierdo.
-Pues ya me la he tirado, Vichisuá.
-¡Qué inocentada, Pichas!

Y de inocentada, nada. Feliz día de los Inocentes.
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