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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El apoyo leal

A Don Juan Carlos no le perdonan sus equivocaciones domésticas los que se han visto favorecidos por su valentía y equilibrio institucional

Actualizada 01:30

Es la sombra del Rey Juan Carlos. Otros lo han sido y lo son desde la discreción y la lealtad, pero la sombra del teniente coronel Vicente García-Mochales, apodado cariñosamente «Mochi», es la más frecuente y sentida. El Rey Juan Carlos, al que sus mayores enemigos le dicen «el Emérito», apoya su brazo izquierdo en el derecho del teniente coronel. El presente texto, al único que le va disgustar es al protagonista, que por su discreción y callada lealtad rechaza elogios y gratitudes. Su padre, también guardia civil, le enseñó a ofrecer toda suerte de ayuda sin reclamar nada a cambio. Es madrileño y su familia vive en Madrid, pero el teniente coronel cumple con su juramento de servicio leal permaneciendo más de la mitad del año junto a su Rey en Abu Dabi. Lo he leído en El Debate, donde han tenido el detalle de ocuparse de él. Empeño difícil y arriesgado, porque del teniente coronel García-Mochales, el apoyo del Rey Juan Carlos, poco se sabe. Su reserva y su discreción le han convertido en un soldado visible sin nombre. Es el ayudante del Rey padre y, con eso, basta y sobra.

A Don Juan Carlos le gusta apoyarse en su lealtad. El viejo Rey de la libertad mantiene intacta su inteligencia, pero físicamente está hecho unos zorros. Demasiados huesos rotos y excesivas operaciones. Aún así, mantiene su actividad y cumple rigurosamente con sus compromisos. Para ello, precisa de un bastón y un brazo. El bastón es de madera, y el brazo, de un teniente coronel de la Guardia Civil que le ha entregado la constancia del cumplimiento del deber.

Al Rey padre, sus adversarios y enemigos le han robado de la balanza el plato de sus innumerables aciertos, y sólo sus equivocaciones cuentan para ellos. España es una nación maravillosa, rebosada de cabrones resentidos. Sus equivocaciones, sus errores, han sido personales, no institucionales. Para mí, ahora que no puede defenderse de insultos y desprecios, es cuando más se necesita la memoria de su Reinado, tan largo como beneficioso para España. A Don Juan Carlos no le perdonan sus equivocaciones domésticas los que se han visto favorecidos por su valentía y equilibrio institucional. Quien esto firma, y lo escribo con el mayor respeto y haciendo uso del lenguaje de la calle, me parece que como Rey ha sido uno de los mejores de la Historia de España. Y su persona, lo siento, me cae, como ahora se dice para engrandecer el elogio, de puta madre.

Por ello, siento la necesidad de agradecer a la sombra del Rey Juan Carlos, al teniente coronel de la Guardia Civil Vicente García Mochales, su lealtad, su servicio, su impecable trabajo, su nobleza, su fidelidad y su respetuosa amistad – con toda seguridad, correspondida– en el injusto y lejano destierro del Rey. Quizá, porque su presencia en España podría haber dificultado muchas de las traiciones y canalladas de sus actuales gobernantes. Y ese apoyo, ese brazo que siempre encuentra Don Juan Carlos, es el de don Vicente, y ante su servicio leal y callado, le envío en estos días de Navidad mi profundo agradecimiento.

Y le ruego que me excuse por hacerlo público.

Un español que no olvida. Y que sabe agradecer.

Yo, modestamente.

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