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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Magnicidas

En España se van a permitir toda suerte de calumnias e injurias contra el Rey, pero el hortera de La Moncloa es intocable

Actualizada 01:30

Terrorífica situación. España ha estado a un paso de perder a su amado líder. Así lo ha reconocido el PSOE, que raudo y tembloroso se ha querellado con los organizadores de la piñata de Ferraz. Ha denunciado ante la fiscalía que la piñata de Sánchez fue una clara incitación al magnicidio. Para mí, que hay bastante respuesta mariquita a una broma de dudoso gusto que no supera los límites de la chufla, la guasa y la chufleta. Días atrás, un grupo de jóvenes derribó una ahorcada figura del Rey, pero el PSOE no le concedió importancia. Estos chicos… Claro, que el Rey es mucho menos que Sánchez. Y los supuestos organizadores de las protestas festivas vespertinas de la calle Ferraz serán acusados de incitación al magnicidio por una piñata, feísima por cierto, que han deducido que representaba a Sánchez. Los juristas apuntan que la querella –el inteligente y culto Pachi López ha sido el encargado de presentar la demanda–, no tiene recorrido. Que la Justicia no está para investigar sentimientos. Por otra parte, si el muñeco de la piñata pretendía parecerse a Sánchez, al que hay que demandar es a su autor por su obra. No se parecía en nada. El muñeco de la piñata no iba mal vestido. A pesar de su cochambrosa fealdad, producía más respeto que Sánchez. Quizá la nariz pinochera delataba una cierta ironía, pero la chacota y la burla no dan para tanto.

En España se van a permitir toda suerte de calumnias e injurias contra el Rey, pero el hortera de La Moncloa es intocable.

He visto repetidamente las imágenes. Y no he apreciado intención magnicida entre los asistentes. Un magnicida no se ríe con anterioridad a cometer el magno crimen. Y en Ferraz se reían todos. Y entre todos incluyo la risa interior, la risa no permitida de exhibirse, entre algunos de los agentes del orden enviados al lugar para evitar el magnicidio. Otra cosa es lo que albergara la piñata. Pero me aseguran que, después de ser apaleada, no cayeron armas ni bombas a la calzada. Sí caramelos, serpentinas, matasuegras y gorritos. Se trató pues, de un magnicidio simulado y cachondo, que ha puesto al PSOE al borde del ataque de nervios. Tengo para mí que estos socialistas de ahora carecen de aplomo. Se asustan con cualquier tontería. Y me figuro la escena monclovita, la escena del salón familiar del hogar más vigilado y custodiado de Europa. La mujer y las niñas llorando, y Marlasca ofreciendo los últimos resultados de la investigación.

–Sin duda, presidente, hoy han intentado su asesinato, su magnicidio, en la calle de la Ferraz. Hemos detenido a unos ancianos con aspecto peligrosísimo que aplaudieron cuando la piñata fue apaleada. O cortamos por lo sano, o los magnicidas podrán llevar a cabo su horrible crimen. Creo, presidente, que lo mejor es que se recluya por unos días en los Quintos de Mora o en La Mareta. La Marismilla de Doñana está en obras. Pero tienes que abandonar con tu familia, tus padres, tus suegros, tu hermano, tus cuñados y tus amigos del baloncesto, ya, inmediatamente, la Moncloa. Hasta que no lo hagas, yo no podré conciliar el sueño, porque estoy muy preocupado. Tu magnicidio está muy bien planeado. Y no se te ocurra desplazarte por tierra. Aire, presidente, aire, por el aire, como a ti te gusta. Aunque exista el riesgo de que el autor de la piñata intente derribar tu avión con un misil tierra-aire. No creo que lo tengan, pero hay que jugársela.

–¿Han interrogado a los ancianos magnicidas detenidos?

–Si, presidente. Pero sin resultados positivos. Se trata de una conspiración muy peligrosa.

–¡Begoña, niñas, al avión!

Más vale prevenir el magnicidio que lamentarlo.

Están tranquilos y todos gozan de muy buena salud.

A Dios gracias.

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