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manuel martínez-sellés

Libertad para matar, Igual da que sea inocente, Fraternidad rota

Francia se vuelve a poner en primera línea para un nuevo genocidio. Se ha convertido en el primer país del mundo en consagrar el aborto en su Constitución. ¿Es esto un motivo de orgullo o un sinsentido?

Actualizada 08:33

«¡La Vendée ya no existe, ciudadanos republicanos! Ha muerto bajo nuestra libre espada, con sus mujeres y niños…Ejecutando las órdenes que me habéis dado, he aplastado a los niños bajo los cascos de los caballos y masacrado a las mujeres, que así no parirán más bandoleros…. Los he exterminado a todos».

Carta del general Wastermann a París a finales del siglo XVIII.

Francia acaba de consumarlo. Se ha incluido en la constitución francesa «la libertad garantizada» de acabar con vidas humanas. ¿Qué Libertad, qué derecho a vivir libremente les queda a los embriones y fetos en nuestro país vecino? ¿La Igualdad se reserva solo para unos seres humanos? ¿La Fraternidad es la que permite legalizar un delito?

Al lema «Libertad, Igualdad y Fraternidad», al parecer acuñado por el arzobispo católico Fénelon, pronto le añadieron Robespierre y compañía, una cuarta palabra. Esta era más acorde con aquellos revolucionarios que no paraban de enviar gente a la guillotina. En 1793, el Directorio de París invitó a los habitantes a pintar «en la fachada de sus casas, en grandes letras» la consigna de la revolución, Ya entonces lo hizo ya con este pequeño agregado, nada sutil, pero que muchos han olvidado: «Libertad, Igualdad, Fraternidad… o Muerte». Una reformulación acorde con los tiempos violentos que se vivían y que, podemos hoy afirmar con tristeza, tuvo algo de premonitorio.

Este macabro lema, también justificó el genocidio de la región campesina de la Vendée, el primero moderno cometido bajo la Revolución Francesa. En 1793, ya guillotinado el Rey, los vandeanos, rechazaron apostatar de su religión y unirse a las tropas revolucionarias. Se inició así un levantamiento contra las directrices estatales. El gobierno entendió que la oposición vendeana podría extenderse por todo el país, por ello se ordenó el exterminio y total destrucción de la región. En la famosa carta que dirigió al Comité de Salud Pública, el general de Brigada Westermann confirmaba el cumplimiento a rajatabla de las órdenes: «No tengo prisionero que reprocharme». No se distinguió entre hombres en edad de combatir, mujeres, niños, ancianos o enfermos. La represión se llevó por delante más de 200.000 vidas humanas y tuvo una crueldad sin precedentes, mujeres asadas, oficiales revolucionarios vestidos con pieles de campesinos desollados, bebés y niñas masacrados…

Pues bien, tras los esfuerzos titánicos de Emmanuel Macron, que ya fracasó en una iniciativa similar en Europa, Francia se vuelve a poner en primera línea para un nuevo genocidio. Se ha convertido en el primer país del mundo en consagrar el aborto en su Constitución. ¿Es esto un motivo de orgullo o un sinsentido? Termino con dos citas del Código Español de Deontología Médica que apoyan lo segundo: «El ser humano es un fin en sí mismo en todas las fases del ciclo biológico, desde la concepción hasta la muerte. Es un deber deontológico respetar y proteger al concebido y no nacido.» «El médico está al servicio de preservar la vida a él confiada en cualquiera de sus estadios...».

  • Manuel Martínez-Sellés es presidente del Colegio de Médicos de Madrid
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