Hoy es San José
Hoy debería ser festivo, sin embargo, solo escuchamos el gruñido de la ruptura de los lazos que el atavismo había creado y afianzado de generación tras generación
Un día sí y otro también las manos del periodista se manchan con el lodo de la corrupción. Así como algunos declinantes juristas embarraron y mancillaron sus togas con el polvo del camino, los que trabajamos en este caos llamado actualidad solemos terminar la jornada con cierta náusea y nos deslizamos por el más peligroso de los escepticismos. Describir los hechos e informar sobre ellos es en ocasiones una tarea ingrata. Supongo que hay profesiones mucho peores que la nuestra y oficios más molestos que exigen mayor dedicación. En los últimos tiempos resulta harto difícil mantenerse neutral y sereno ante los acontecimientos políticos, por eso, en más de una ocasión, el periodista protagoniza la deserción del comentario. Hoy, sin embargo, no quiero faltar a la cita del Astrolabio, porque hoy, día de San José, se celebraba históricamente el Día del Padre, pero el deslizamiento acelerado de nuestra sociedad hacia la banalidad nos deja sin la tradición y el festivo.
En otros tiempos, en otros años, cuando éramos felices y no lo sabíamos, los restaurantes, en una jornada como la de hoy, estaban llenos de familias que celebraban al padre. A ese padre que vale por cien maestros cuando su ejemplo merece la pena. Con esa ejemplaridad se envuelve el acervo del pasado, lo clásico, lo que es digno de ser imitado y perpetuado: volver al viejo camino de las tradiciones y no caer en la trampa prosaica de despojar de magia el acontecer de nuestros calendarios. Ya sé que está muy cerca la Semana Santa, pero una tradición como el día festivo de San José no debería despacharse así, como lo estamos haciendo ahora. Les podrá parecer una frivolidad, pero no lo es. Las sociedades que no saben mantener vivas y recrear sus costumbres carecen de futuro. Mientras reescribimos la Historia y nos inventamos mitos para justificar nacionalismos estériles, dejamos el fecundo terreno de nuestro patrimonio cultural en manos de otros.
Hoy debería ser festivo, sin embargo, solo escuchamos el gruñido de la ruptura de los lazos que el atavismo había creado y afianzado de generación tras generación. La España de hoy es un poco menos hermosa que la de hace años. Por muchas razones, una de ellas es la orfandad en que nos deja el arrase del relativismo. Todo da igual. El Día del Padre ya solo es una fecha del calendario comercial y del cupón de la ONCE. Ya nadie celebra San José, lo que no deja de ser una renuncia a nuestra cultura y a nuestra forma de entender la vida.
Seguiremos chapoteando en la ciénaga de la actualidad, porque es nuestra obligación. Felicidades a los Josés, Josefas y Josefinas, sin olvidarme de Pepes y Pepas.