El hermanísimo tributa en Portugal
El director de orquesta que pasó gran parte de su juventud en Rusia formándose junto a grandes músicos eslavos, se ha ahorrado 76.000 eurazos situando su residencia fiscal a solo 19 kilómetros de Badajoz, exactamente fuera del alcance del sistema confiscatorio de su hermano
Érase una vez un señor apellidado Sánchez Castejón, artísticamente David Azagra, que gracias a su fraternal hermano es jefe de la Oficina de Artes Escénicas y Música de la Diputación de Badajoz. Un alto cargo, sobra decirlo, elegido por el infalible método digital. Resulta que cuando uno maneja fondos públicos además de ser honrado ha de parecerlo: si se lo aplicamos –sin mucho éxito– a la mujer del César, por qué no va a servir para su hermano. Sin embargo, hete aquí que el in crescendo músico, que ha subido como la espuma desde que su hermano llegó al poder, no tributa en España sino en Portugal.
Uno de los responsables de la Diputación de Badajoz, donde desarrolla su trabajo Azagra, salió rápidamente a salvaguardar como «situación personal» el expediente tributario de David. Luego, un simpar delegado del Gobierno que tiene allí Pedro para sus cosas, acusó a los periodistas de hacer lo mismo. Es decir, mientras los datos fiscales de la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid son ecuménicos, o sea, nos pertenecen a todos y por eso hasta la Fiscalía los airea para contribuir al descrédito de Isabel Díaz Ayuso, aquí tenemos el caso de un hermano del presidente –que es hermano de sangre, no una pareja a la que conoces después de su problema con Hacienda– tiene el derecho, según los subalternos de su pariente, a birlar al fisco español su cotización y tributar en un país donde el Gobierno no esquilma a los ciudadanos, como hace en la España que gobierna el otro Pérez Castejón.
El director de orquesta que pasó gran parte de su juventud en Rusia formándose junto a grandes músicos eslavos, se ha ahorrado 76.000 eurazos situando su residencia fiscal a solo 19 kilómetros de Badajoz, exactamente fuera del alcalde del sistema confiscatorio de su hermano. Cuando habíamos interiorizado -gracias al discurso de la izquierda- que eso estaba muy mal en casos como el de la tenista Sánchez Vicario o en el de la familia Pujol, tan amantes de Andorra, los autores del lema «hay que pagar impuestos para costear la sanidad pública» ahora justifican que un ciudadano que debería dar ejemplo, primero porque cobra un sueldo público de 55.000 euros y segundo por ser vos quien es, se empadrone en Elvas, Portugal, con el progresista objetivo de contribuir a la sanidad lusa y que la española la paguen los pringados que no pueden comprarse un piso en la bellísima nación vecina para eludir sus obligaciones con el Ministerio de Marisú Montero.
Es de admirar también la capacidad de ahorro que tiene el Sánchez chico, que ha llegado a acumular un patrimonio de más de dos millones de euros y tres pisos, entre ellos en el que vive en Portugal y otro en San Petersburgo. Sin ánimo de poner en cuestión sus capacidades con la batuta, es curioso que alguien con su potente currículum artístico haya necesitado ser contratado por la Diputación de Badajoz, en manos socialistas, justo después de que su hermano lograra reconquistar la secretaría general del PSOE. Que no me digan a mí que las casualidades no existen.
Ahora que Azagra ha sido también nombrado asesor del Teatro Real, esta vez sin remuneración, es de esperar que decida residir en su país de nacimiento. Lo del teletrabajo en Portugal no cuela salvo que uno, siguiendo la estela de otros miembros de la familia política de su hermano, se pase las normas éticas y la ejemplaridad que debe exigírsele a los parientes del presidente del Gobierno por el mismo sitio que Sánchez su compromiso con la Constitución española.
Pues nada, la nómina familiar va en aumento. Primero fueron los enchufes a sus amigos del baloncesto, luego la designación de otro colega en Correos, empresa pública a la que ha llevado a la ruina, luego llegó Begoña Gómez, pillada haciendo negocietes con amigos bajo el paraguas de su condición de consorte presidencial y ahora su cuñado, maestro rusófilo, se muda a un pisazo en un país que respeta el esfuerzo de sus ciudadanos y no los sangra con una tributación confiscatoria. Será legal pero éticamente impresentable. ¿Por qué hablar de nepotismo cuando queremos decir pyme familiar?