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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El fantasma y Duralex

El más allá no pudo con el Duralex. De los berridos, el fantasma pasó al sollozo, de ahí al llanto contenido y de las medidas lágrimas a los jipidos e hipos de los borrachos fracasados

Actualizada 08:31

El conflicto entre el fantasma de un castillo y los platos y vasos de Duralex tuvo lugar en Serdañola del Vallés. Me lo narró uno de sus copropietarios, mi gran amigo y estupendo poeta valenciano Rafael Trenor y Suárez de Lezo. El Castillo de Serdañola, ubicado a pocos kilómetros de Barcelona, tenía un fantasma. Se trataba de un fantasma molesto y poco cuidadoso con la cristalería. Cuando se enfadaba, volaban platos, vasos y jarras, y apenas dejaba elementos intactos. El padre de Rafa reunió a sus hijos para solucionar el conflicto con el fantasma. La vajilla la pagaba él y el fantasma se regocijaba rompiéndola cada dos por tres. El acuerdo familiar se adoptó en pocos minutos. Fueron trasladadas a Valencia las cristalerías que permanecían intactas, y se adquirió una de la marca Duralex.

El fantasma se enfadaba el 4 de agosto. Algo tuvo que sucederle un 4 de agosto para que fuera la fecha elegida para su represalia. De cuando en cuando, apagaba las luces del salón y de los pasillos, pero no se atrevía a más gamberradas. Pero el 4 de agosto se plantaba en el office del castillo, y mientras ululaba, rompía vasos, platos, jarras, saleros, lavafrutas y toda suerte de utensilios de cristal. Amanecía el 5 de agosto, y el aspecto que presentaba el office era desolador.

Ilustración Ussía y Barca

Barca

Con la compra de la cristalería Duralex, los Trenor pusieron en un grave aprieto al fantasma del Serdañola. El 4 de agosto, el fantasma se presentó en el anexo a la cocina, y se puso a ulular. Seguidamente, agarró un plato y lo lanzó contra la pared. El plato resistió el choque. Un vaso, y lo mismo. Una jarra, e igual de irrompible que el vaso y el plato. El fantasma dejó de ulular, y berreó. Tomó con sus invisibles manos toda la cristalería, y no se rompió ni un solo elemento. El más allá no pudo con el Duralex. De los berridos, el fantasma pasó al sollozo, de ahí al llanto contenido y de las medidas lágrimas a los jipidos e hipos de los borrachos fracasados. Abandonó el castillo y nunca más se supo del pobre fantasma, que se marchó abatido y confuso. No ha vuelto a proceder a aparición alguna.

En Zarauz, en la casa de Narros, el fantasma se limita a sentarse en el pie de la cama en la que duermen los invitados y les toca un pie. El susto es de órdago. Pero no pasa de ahí. La casa de mi bisabuela, la marquesa viuda de Aldama, hoy la viven la Infanta Doña Margarita y su marido, el doctor Carlos Zurita. El fantasma de la bisabuela se hace notar tirando al suelo, una o dos noches cada año, los libros de la biblioteca que no son de su interés, entre ellos, los míos. En Gerramolinos, la casa de Adela Oriol en Comillas es habitualmente visitada por un paje muy bien vestido y educado que no protagoniza más incidencias. Y en el castillo de Arcos de la Frontera del marqués de Tamarón se presenta, sin ser llamado, un mayordomo inglés que falleció en 1879. Porta brillante librea, procede a dar unan pocas reverencias, y posteriormente, con el mismo sigilo que llega, se marcha para no seguir interrumpiendo la conversación de los presentes. Se trata de un mayordomo discreto y conocedor del sitio que ocupa en el escalafón social del precioso castillo que domina el nacimiento del Guadalete.

Los fantasmas dependen del pasado y habitan las casas, castillos y palacios con solera. En la playa de Levante de Benidorm, en un edificio de apartamentos con vistas al mar, concretamente en el 742, se apareció hace años el fantasma del constructor del complejo urbanístico, y fue tal la bronca que le dieron los inquilinos por el deplorable estado de la fontanería que el fantasma se tuvo que instalar en el «Marina D´Or Ciudad de Vacaciones» más cercano al Nueva York levantino. Un fantasma con escaso empaque que hacía ruido al andar por culpa de las chancletas.

Si alguno de mis lectores habita en una casona antigua y tiene un fantasma que rompe su cristalería cada 4 de agosto, ya sabe lo que tiene que hacer.

Comprar una vajilla Duralex.

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