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29 de junio de 2024

Perro come perroAntonio R. Naranjo

El hermano de Pedro Sánchez

Dudar de David, como de Begoña, es otro bulo de la ultraderecha: todo tiene explicación, aunque nadie lo explique

Actualizada 01:30

El estruendo de Begoña Gómez no ha dejado demasiado hueco para el otro plato principal del atracón sanchista de escándalos, protagonizado por su hermano David, a quien le ha ocurrido lo mismo que a su cuñada: fue llegar Pedro a La Moncloa y ambos, en una sucesión de caprichos del destino, comenzaron a prosperar como nunca en sus vidas.

David Azagra, que así se hace llamar David Sánchez porque debe parecerle mejor nombre artístico y Bowie ya estaba cogido, logró un puesto en la diputación de Badajoz, engordó su patrimonio repentinamente, mantuvo su puesto de trabajo pese a no presentarse en él por sistema, se mudó a vivir a Portugal y consiguió ahorrarse con todo ello unos cuantos euros que la Hacienda confiscatoria de su hermanito no le perdona ni a las hermanitas de la caridad, según las prolijas informaciones publicadas y no desmentidas ni denunciadas por nadie aludido.

La casualidad también quiso que el pueblecito elegido para vivir por nuestro David fuera también el seleccionado por Víctor de Aldama, hombre clave en el cártel de las mascarillas y en los quehaceres de Globalia, para domiciliar algunas de sus empresas, sin duda atraído por el potencial de Elvas: qué inversor no se fijaría en esa pequeña California de secano por descubrir, con sus pedazo de 20.000 habitantes y su vanguardista liderazgo en el sector de la plantación y recogida de ciruelas.

No es de extrañar, por todo ello, que Cándido Conde Pumpido necesitara cenar en privado con el hermanísimo, muy probablemente para charlar hasta la madrugada sobre el eterno debate de si Karajan es mejor que Bernstein y Dudamel o Barenboim tienen derecho a ponerse a esa inmensa altura.

Así que tenemos, por un lado, a una esposa que logra una cátedra sin ser licenciada, que la especializa en la captación de fondos, que recomienda ante el Gobierno a sus asociados para obtener adjudicaciones públicas, que lograr reunirse y sacarles ayudas a algunas de las principales empresas de España y que viaja con su marido con «agenda privada».

Y tenemos también, por otro, a un hermano que consigue enriquecerse en muy pocos meses y reside lo suficientemente lejos de la Hacienda pública y lo suficientemente cerca de España para visitarla cayéndose de la cama, con el añadido fortuito de que se empadrona en el municipio escogido al azar por el intermediario de los dos casos contenidos en el sumario instruido por el juez Peinado, por delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios.

Hay que ser mal pensado para dudar de esposa, hermano y marido por esta sucesión de casualidades perfectamente aleatorias y no entender que a cualquiera le puede pasar.

Y ser muy facha para fabular con una teoría alternativa juguetona y por supuesto ficticia, no sea que nos achuchen a un jurista de verdad, como los ministros y asesores de Sánchez empotrados en el Tribunal Constitucional para evitar las conjuras de las togas franquistas.

Porque es imposible, ya lo digo yo, que la first lady y el brother sean testaferros de El Padrino, dicho en términos estrictamente literarios, y que la una se dedique a aprovechar el cargo del marido para hacer los negocios que de vivir en un tercero sin ascensor en Moratalaz tal vez no conseguiría y el otro se lleve las ganancias familiares fuera de España para evitarse miradas indiscretas del implacable facherío.

Hasta ahí podíamos llegar. El fango es así y conviene protegerse de él e insistir en el talento natural, la capacidad de sacrificio y el esfuerzo profesional de dos personajes inmaculados cuyo éxito se puede explicar perfectamente, aunque Sánchez no lo quiera explicar: él no debe rebajarse a aclarar bulos difundidos por periódicos ultraderechistas, denunciados por asociaciones filonazis e investigados por jueces insurgentes.

De no ser por esa conspiración reaccionaria, Begoña sería ya la CEO de Apple o la directora general de la ONU y David estaría ya en Nueva York, Sídney o Milán preparando la nueva temporada operística: Sánchez les ha penalizado, amargamente, y no ver el calvario que padecen por ese maldito parentesco es propio de golpistas capaces de todo para cargarse al legendario Gobierno del progreso.

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