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Ojo avizorJuan Van-Halen

Un sueño alarmante

El grupo de Puebla, los dictadorzuelos de acá y de allá, nos tendrán como ejemplo y en las escuelas de un medio mundo pobre, hambriento y acaso resignado, se estudiarán los cacareados y ficticios logros de Sánchez y su cohete a la nada

Actualizada 01:30

He pasado una mala noche. Un sueño, más bien una pesadilla, me hizo despertar sudoroso, confuso, con ganas de mirar alrededor para, angustiado, confirmar o no su realidad.

El mayor logro de Sánchez, el que recordaremos mientras vivamos y las nuevas generaciones mantendrán en la memoria en placas de bronce, en arcos triunfales y en las páginas de la historia, sin duda será haber salvado a España de la amenaza cruel de los ultras, de la ultraderecha malvada. En mi sueño veo las placas y los arcos triunfales. La gente no comerá caliente cada día, la miseria será compañera ineludible, millares y millares de empresas habrán cerrado y muchas de las que no lo hagan habrán sido nacionalizadas, un gran número de pequeños empresarios habrán pasado a asalariados, la mendicidad callejera será decorado habitual para un turismo que, perseguido, habrá disminuido sustancialmente; los turistas que queden llegaran con la curiosidad de quien va de safari. La delincuencia crecerá y la Policía encargada de combatirla habrá perdido derechos y pocos la defenderán. En el pedestal de una de las numerosas estatuas de Sánchez, regadas por todo el país, figurará con letras doradas: «El gran hombre que acabó con la amenaza de la ultraderecha». Pese a todo se adoran ídolos.

Siendo algo así como una isla roja en el continente, la UE no nos mirará con buenos ojos, aunque eso dará igual. A este glorificado personaje siempre le dio igual. El grupo de Puebla, los dictadorzuelos de acá y de allá, nos tendrán como ejemplo y en las escuelas de un medio mundo pobre, hambriento y acaso resignado, se estudiarán los cacareados y ficticios logros de Sánchez y su cohete a la nada. No debe descartarse que se acuñen monedas con su efigie y la de su mujer, ni que se designe con su nombre a alguna municipalidad sudamericana. Lo que decidan los de Puebla, siempre atentos al ejemplo del Gran Líder, del Gran Timonel, del Puto Amo. Mientras, sublimado, Zapatero, nombrado Representante Universal Plenipotenciario del Gran Líder, establece sus contactos sin sigilo alguno; a esas alturas es ya irrelevante la prudencia.

Ya supimos por la palabra de Zapatero y desde su mente clara que «el infinito es el infinito, el universo es infinito muy probablemente, y no cabe en nuestra cabeza imaginarnos cómo es el infinito, pertenecemos a un planeta, la Tierra, y a una especie excepcional, que no la hay en ningún sitio del universo». Palabra de sabio. Puente, tras escucharle, hubiese podido hacer deducciones más curiosas sobre consumos previos que las que hizo de Milei. Pero de Zapatero ya se ha olvidado casi todo, hasta el viaje que promovió de Delcy Rodríguez a Madrid, en periodo de prohibición de la UE, y el acompañamiento de sus veinte maletas. Leo que Maduro ha confirmado que Delcy está herida porque le cayó un mamón encima, y gracias a investigar la noticia me entero de que el mamón es un árbol. Menos mal, me tranquiliza. Y deseo lo mejor a la escudera de Maduro

Cada día, al apearse de su colchón de Moncloa, Sánchez, colocado frente al espejo, se pregunta, como la madrastra de Blancanieves, si hay alguien en el mundo mejor que él, tan sabio, tan buen estadista y, además, tan guapo –¡ay, cuando le hacía ojitos a doña Úrsula!–. Es uno de los momentos trascendentales de su jornada. Y si el espejo osa darle un nombre, un posible competidor, un tipo que sin duda vale menos que él, o eso cree, pone en marcha todos los dispositivos de su larga colección de maldades. Su inmenso ego, su patológico narcisismo, su desbordada autoestima no le permiten consentir competencias. Corta políticamente las cabezas convenientes. Ya ha demostrado saltarse todos los controles; alzó un muro entre él y los suyos y los demás. Lo del muro es de los viejos tiempos. Pocos pensaron que las cosas irían a peor para el país, pero ocurrió, y ello supuso que fue bien para él y los suyos. Y que sus adversarios fueron estúpidos.

Una vez despertado del mal sueño, bebidos varios vasos de agua, consumidos los fármacos de cada día para conservar el corazón en forma, medito las partes de mi noche aciaga más cercanas a la realidad. Un imaginario Sánchez conservando un poder ya absoluto, sin frenos ni contrapesos.

Los optimistas de la derecha, algunos fueron líderes y pasaron y otros lo son hoy, no se percataron a través de los años de que le dan escrito el relato a Sánchez, el Gran Timonel. Es el relato que desea. Para él todo lo que no es lo suyo o maneja, es ultraderecha, y por la misma maña es progresista lo que, apoyándole, es carcundia pura y dura como los peneuvistas o los herederos del clan Pujol hoy en manos de Puigdemont. La respuesta de la derecha para superar a Sánchez es pelearse cuando debería ser unirse, a la vista o en discretas estrategias conjuntas que electoralmente pudieran sorprender. O se atacan por vanidades y jueguecitos de principiantes o se unen y dan un salto adelante para España. Percatarse tarde ya es perder. Todo rebaño sumiso tiende a crecer. Aunque el pastor le tire piedras.

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