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Pecados capitalesMayte Alcaraz

La 'mamma' de la corrupción

La jefa de este clan acaba de fallecer. La muerte no santifica a nadie así que conviene recordar quién era esta mujer cuya familia, una organización criminal según la instrucción de la causa, todavía no ha pagado todo lo robado

Actualizada 01:30

Marta Ferrusola era la mamma. La jefa del clan. La zona cero de la corrupción en Cataluña. Y del racismo. Ahora que la izquierda pide las sales porque Vox quiere reordenar la acogida de los «menas» por España, nadie recuerda que una familia, un partido, un régimen, dijo antes las siguientes lindezas sobre la inmigración, incluso la proveniente de nuestro propio país. «Habéis venido a comeros el pan de los catalanes» y «el hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido (…) Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña» (Jordi Pujol). Y como dos que duermen en el mismo colchón, pues ya se sabe, su mujer, Marta Ferrusola, auguraba que las catedrales terminarían siendo mezquitas, y bramaba contra la inmigración. Cómo olvidar a Quim Torra cuando nos llamaba «carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, que destilan odio», y añadía: «Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo». Estos son los grandes éxitos del partido que sostiene a Pedro Sánchez.

La jefa de este clan acaba de fallecer. La muerte no santifica a nadie así que conviene recordar quién era esta mujer cuya familia, una organización criminal según la instrucción de la causa, todavía no ha pagado todo lo robado. El juez Pedraz firmó una providencia para que se procediera al enjuiciamiento de los Pujolones, que guardaban millonadas en Andorra, fruto de los favores que el expresidente catalán regalaba a los empresarios con el presupuesto público. Este árbol genealógico, de forma concertada y aprovechando su poder político, ejerció actividades corruptas, envueltos todos sus miembros en la señera y pregonando aquello de que «España nos roba» cuando los que robaban eran ellos a todos nosotros y a todas horas. Pero seguimos esperando un juicio y una sentencia.

En 1999, el entonces molt honorable Jordi Pujol, que ya llevaba 19 años compatibilizando la más alta representación del Estado en Cataluña con la condición de evasor fiscal, ofició de maestro de ceremonias en un concierto de… Los Chunguitos. Con lágrimas en los ojos, reconoció que al grupo rumbero lo escuchaba siempre en el coche y le conmovían sus letras: «Hay amores que se compran, hay amores que se venden, el cariño de una madre, ese es el que más te quiere». Inapelable estrofa que haría hiperventilar a un cadáver. O a un nacionalista con raíces familiares bien acreditadas como las de Marta. Una dama de acrisoladas virtudes soberanistas, la hoy finada, beneficiada en un testamento del suegro que en la fértil incubadora de la banca andorrana creció a un ritmo inversamente proporcional a la sonrisa de la nuera afortunada.

La mamma Ferrusola era señalada en la querella de Manos Limpias como «cómplice, encubridora y cooperadora necesaria» de los delitos en los que pueda haber incurrido su marido. Durante los 23 años del mandato de Pujol, la Administración catalana estuvo al servicio de la familia Pujol Ferrusola, como ponen de manifiesto los beneficios que obtuvo de la Generalitat la empresa de jardinería Hidroplant, fundada por Ferrusola; la consultora ambiental Entorn, propiedad de la familia; o diversas sociedades de los hijos, incluidos los tres investigados y su hija Marta que también trabajó a través de su estudio de arquitectos para la Generalitat.

Durante 23 años su partido creyó que el pretendido oasis catalán taparía, como ya hizo con la querella contra Pujol y otros consejeros de Banca Catalana, el saqueo del Palau de la Música por el amigo de su marido Félix Millet (caso que tiene la sede de CiU embargada); que velaría el secreto a voces del pago de comisiones del 3% denunciado por Pasqual Maragall en 2005 y luego silenciado; que neutralizaría el enriquecimiento –600.000 euros, según la Fiscalía Anticorrupción– de otros camaradas de esta singular familia apellidados Prenafeta y Alavedra y que haría olvidar el entramado de las ITV, del que el niño Oleguer, otro devoto de la mamma Ferrusola, sabía mucho.

Que descanse en paz la mamma, esa señora que se autocalificaba ante la banca andorrana como «la madre superiora de la Congregación», pero que realmente fue la zona cero de la corrupción en Cataluña.

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