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Pecados capitalesMayte Alcaraz

No, ministra Redondo, la inútil es usted

Para tapar sus vergüenzas se dedican a echar la culpa de este lastre a aquellos que, con la razón en la mano, lo único que hacen es discutir que el ministerio que dirige la tal Redondo se gaste 573 millones anuales en propaganda feminista y no sirva de nada

Actualizada 01:30

La catarata de mujeres y niños asesinados por violencia de género –las penúltimas en Granada, Málaga y Murcia– es una desgracia para un país. No es culpa de la Policía, ni de la Justicia, ni de usted, ni mía, ni tampoco del Gobierno por muy insolvente que sea. Pero éste que lo es se dedica a poner el ventilador para culpar a los demás de sus propios fracasos. Eso acaba de hacer la ministra de Igualdad, Ana Redondo, echando la culpa de estas cifras a los discursos negacionistas. Es decir, traduzco lo que ha venido a decir la sustituta de Irene Montero: que un marroquí, un chino o un español –casi la mitad de los asesinos son extranjeros– mate a su pareja o expareja y alguno se lleve también por delante la vida de sus propios hijos, es culpa de Vox con la complicidad del PP. Esta es la aberración que sostiene este Gobierno, incapaz de reducir esa terrible estadística.

Para tapar sus vergüenzas se dedican a echar la culpa de este lastre a aquellos que, con la razón en la mano, lo único que hacen es discutir que el ministerio que dirige la tal Redondo se gaste 573 millones anuales en propaganda feminista y no sirva de nada. De nada. Si acaso para enriquecer a un puñado de amiguetes, a la industria del feminismo que puso en marcha la espabilada de Galapagar y a emponzoñar el trabajo de nuestros jueces con leyes como la del «sí es sí».

Es de Perogrullo que este gravísimo problema no se arregla regando con el dinero de los contribuyentes su negocio de la Igualdad plagada de chiringuitos y supuestos expertos en violencia de género, generosamente pensionados. Bastaba con tener algo en la cabeza que no fuera sectarismo y odio para saber que este problema es muy profundo y solo puede acercarse a una solución con educación en valores, compromiso pedagógico de los que de verdad saben, leyes severas (que no soltaran a decenas a los violadores, por ejemplo), teléfonos de ayuda como el 016 y rigor judicial.

Como todos los populistas, Redondo y sus mariachis manosean las tragedias humanas, encharcan de ideología las causas, despilfarran dinero entre los amiguetes y cuando los problemas no solo no se solucionan, sino que se agravan, echan la culpa al empedrado, donde estamos los demás. Exactamente lo que ocurrió con la ley del «solo sí es sí». Muchas conferencias sectoriales, comités de crisis, observatorios y unidades de violencia de género, para nada. El Gobierno de las sonrisas, el Gobierno feminista, el Gobierno de la gente, arroja unas cifras de violencia machista que sonrojarían a cualquier persona decente.

En 2008 Zapatero inauguró este delirio: creó el Ministerio de Igualdad. Desde entonces a las españolas no nos han igualado con nadie salvo con los hombres en datos de paro, falta de conciliación laboral, precariedad como autónomas, nulas ayudas a la familia y a la natalidad y, a última hora, nos han hermanado como víctimas inocentes de los violadores que salen a la calle gracias a Pedro Sánchez y Podemos. Al frente de ese engendro de ministerio costosísimo y manifiestamente inútil puso ZP a Bibiana Aído, marcando una cota que nos desigualaba a las mujeres en lo más bajo. Hasta entonces las mejores habían sido ministras y con Bibi comprendimos que la anécdota podía convertirse en categoría, la indigencia intelectual en excelencia y el desharrapado en prócer. Hasta llegar a Irene y ahora a Redondo.

Fue ascender a Bibiana, que terminó de asesora en la ONU, y 2010 batió todas las marchas en asesinadas por violencia machista. Ahora vamos por el mismo camino. Nadie de la derecha dirigió el dedo acusador contra la frívola ministra y su insustancial presidente, en el entendimiento de que una ministra o un presidente no son responsables de las pulsiones asesinas de unos criminales. Sobra conjeturar lo que hubiera hecho Zapatero si el Gobierno de Rajoy hubiera arrojado esas fúnebres estadísticas. O ahora gobernara Feijóo y no Sánchez.

Decenas de mujeres muertas, niños asesinados, otros menores testigos de la vesania, órdenes de alejamiento incumplidas, hechos de los que solo son responsables los asesinos y ningún Ejecutivo, pero que colocan un espejo cóncavo frente a la impostura de estas feministas. Y ellas, mientras tanto, canturrean mirando al techo, pío pío que yo no he sido, convocan reuniones, comités, observatorios, sistema VioGén y culpan a la oposición. Desolador.

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