La final de la Eurocopa entre ingleses
El fair play es una característica distintiva de una sociedad. En las últimas semanas hemos visto dos discursos de Sunak absolutamente memorables. El que hizo a la puerta del Downing Street el día 5 de julio y su bienvenida a sir Keir Starmer como nuevo primer ministro desde la bancada del jefe de la oposición
Permítanme comenzar con una confesión: el fútbol no me interesa nada. Fui socio infantil del Rácing de Santander entre 1978 y 1980. Pero creo que más que ser aficionado, ir al fútbol los domingos me gustaba porque era una actividad de mayores. Ir al fútbol con mi padre –pocas veces– o con algún amigo o conocido suyo me hacía sentir más importante que si estaba con otros niños.
La falta de afición nunca ha sido tanta como para no ver los grandes partidos de la selección española o algunas finales del Real Madrid. Además, tengo una hija de 17 años que es una apasionada del fútbol desde hace años. Así que la final de la Eurocopa del domingo pasado la vi con mis hijas, mi yerno y un grupo de amigos en un bar –llamado Dubai– de la ciudad turca de Mármaris, donde habían llenado la terraza de grandes pantallas. En el bar de al lado seguían la retransmisión en la televisión turca. En el nuestro, en la BBC. Tenía la ventaja de entender lo que se decía, pero, como es lógico se notaba cierto partidismo pro-Inglaterra. Aunque menos de lo que yo hubiera imaginado. Cuando España metió el 2-1 los comentaristas de la emisora británica cantaron el gol con un entusiasmo que me dejó desconcertado. En algunas cosas la vocación internacionalista de la BBC sigue viva.
Pero la gran sorpresa que me ha hecho escribir estas líneas llegó antes. Cuando España metió su primer gol, en nuestra mesa –éramos ocho– nos levantamos y jaleamos el gol, abrazos, besos y muestras de alegría normales en esos casos. Apenas un par de mesas más celebraron el gol de España y con mucho menos entusiasmo que nosotros. La sorpresa llegó cuando Inglaterra marcó el gol del empate. Toda la terraza se puso en pie estruendosamente a cantar el gol y celebrarlo. Nos quedamos muy apocados. Hasta ese momento no éramos conscientes de estar rodeados de ingleses o simpatizantes de su selección. Todo lo más un matrimonio de encantadores irlandeses sentados detrás nuestro que habían confesado ser partidarios de Inglaterra. Pero nada más.
El final ya sabemos cuál fue y no hará falta que aclare que cuando España metió su segundo gol no hicimos ni el más mínimo esfuerzo por contener la alegría y celebrarlo. Pues bien, cuando terminó el partido y mi grupo estaba celebrándolo, varios ingleses vinieron a darnos la enhorabuena. Gentes a las que no conocíamos de nada, pero que mantienen un espíritu del fair play que caracteriza a la sociedad británica que siempre he admirado y que marcó mi educación –dejé de ir a los partidos del Rácing porque me fui al colegio a Inglaterra.
El fair play es una característica distintiva de una sociedad. En las últimas semanas hemos visto dos discursos de Rishi Sunak absolutamente memorables. El que hizo a la puerta del Downing Street el día 5 de julio y su bienvenida a sir Keir Starmer como nuevo primer ministro desde la bancada del jefe de la oposición en la Cámara de los Comunes. Las formas son muy importantes y un país que es capaz de mantenerlas como demuestran con tanta frecuencia los ingleses nos lleva ventaja.
PS: Qué momento de placer cuando me enteré de que Pedro Sánchez había asistido a la final y la retransmisión oficial no le dedicó ni una breve imagen. No hacía falta. Sabían muy bien quién representaba a todos los españoles: el Rey.