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17 de septiembre de 2024

LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Hermanos rebelados

Los casi nueve millones de venezolanos huidos de la dictadura y de la miseria subsiguiente se acercan al número de votantes del domingo. Un primer conteo serio de las actas arroja resultados próximos a tres votos opositores por cada voto chavista

Actualizada 03:17

Nicolás Sánchez, Pedro Maduro. ¿Qué simbiosis es esta? No te voy a decir, pues mentiría, que venezolanos y españoles seamos muy diferentes. Con dificultad distingo el habla de nuestros hermanos americanos de la españolísima y dulce cadencia canaria. Nunca he sentido que trataba con extranjeros en mis encuentros con opositores. Es esa proximidad, usted la conocerá, la que hace que nos duela lo que les duele a ellos. En veinticinco años, el socialismo ha triturado un riquísimo país que se había impuesto a la maldición de los recursos (paradoja de la abundancia) dando a luz una respetable clase media y una admirable curva de crecimiento. Destruir es lo más fácil del mundo, y construir no es algo que caiga en el campo de interés ni de experiencia socialistas, salvo que puedan planificar la economía. Lea a Hayek, ahora, quien aún no se hayan percatado del problema de la planificación centralizada, quizá porque es demasiado joven. Después podrá extender lo que aprenda a otros muchos campos: lo complejo no se puede planificar centralizadamente. Punto. Las señales informativas clave (como los precios y los suspiros) debes respetarlas o te quedarás ciego. Punto. Sin espontaneidad e intercambios libres no se genera riqueza. Punto. Sin el incentivo de un futuro mejor para uno y los suyos, acaba operando el mecanismo de supervivencia: lucha o huida. Punto.

Los casi nueve millones de venezolanos huidos de la dictadura y de la miseria subsiguiente se acercan al número de votantes del domingo. Un primer conteo serio de las actas arroja resultados próximos a tres votos opositores por cada voto chavista; imaginen hasta donde podría llegar la diferencia si los ocho millones largos de venezolanos del exilio pudieran votar. La literalidad de los discursos de Maduro, la escenografía, la estética de chándal imposible que allá acompaña al posmarxismo nos asombra. Parece una comedia disparatada, pero no hay sino tragedias en el régimen criminal que ha asesorado y perpetuado la peor canalla política española. Los correligionarios españoles del chavismo son en general pijos a lo Médica y Madre o macarras de cenáculo universitario como Monedero, que igual te da una clase que se te pone chulito en un bar. Y conste que entiendo más al desclasado hacia arriba —cuya ideología nace de un resentimiento social real— que a la pija sobrada que vive y pajarea en el negocio de hablar de justicia social.

De El Helicoide se están escapando los fantasmas del siglo, los gemidos que permanecían ahogados en una inmensa caja fuerte de la vejación y de la infamia. Desde El Helicoide soplan como el viento los espíritus en fuga, los cadáveres hurtados al tiempo y al obituario, que exigen reparación. A El Helicoide señalan en su imparable marcha las fuerzas invisibles. Satánica catedral de la tortura, donde los venezolanos (tan españoles) aprendieron el arte de la deshumanización de sus instructores cubanos (tan rusos). Cuando lo abandona hasta Boric, está listo el asesino. Aquí hay que animar a nuestros hermanos exiliados. Y revisar el historial de Zapatero.

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