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Post-itJorge Sanz Casillas

Zancadillas de la Agenda 2030

¿Tu nuevo todoterreno consume doce litros a los 100? Bienvenido seas. ¿Tu viejo coche gasta apenas seis? Fuera de aquí, que me manchas las aceras

Actualizada 01:30

Me apareció hace poco en Twitter un gráfico que muestra las emisiones de CO2 ordenadas por países. Usando datos oficiales de la Comisión Europea, a la cabeza estaba China, con una de cada tres toneladas mundiales. Luego iban Estados Unidos, India, Rusia, Japón... y hasta Indonesia, donde me pregunto si habrá Zonas de Bajas Emisiones, esos latifundios donde no puedes meter el coche si no cumple ciertos requisitos técnicos y de antigüedad a menudo discutibles.

No me gusta convertir mi anécdota personal en categoría universal, pero lo de las restricciones al tráfico puede que merezca una revisión. Con el modelo actual, hay coches con un consumo inferior a los seis litros cada 100 kilómetros que se quedan fuera, mientras otros que gastan por encima de los diez les han otorgado la etiqueta ECO, que en Madrid centro es algo así como una patente de corso. Vale que tendrán un catalizador especial, vale que llevarán alguna batería en alguna parte, pero no parece muy científica esta segregación. Es más, se parece bastante a una discriminación por razón de renta. ¿Tu nuevo todoterreno consume doce litros a los 100? Bienvenido seas. ¿Tu viejo coche gasta apenas seis? Fuera de aquí, que me manchas las aceras.

La pregunta ya no es si estamos haciendo el tonto a nivel local. La cuestión es si nuestras limitaciones (esta manera tan nuestra de ponernos la zancadilla) tienen algún efecto real sobre un planeta donde los que manchan de verdad no dejan de echar porquería. Yo no tengo coche, pero aún así he padecido estas restricciones al tráfico que, por mucho que puedan aligerar nuestras carreteras, son frecuentemente un incordio. Me ha pasado. Me he visto en 2024 recibiendo a mis padres (que son de otra comunidad autónoma y tienen un coche antiguo) en los bordes de la M-30, para después movernos desde allí en metro hasta mi casa. Fue una reminiscencia de la pandemia, cuando para verte tenías que subir el Puerto de los Leones y quedar en la frontera, como si fuéramos narcos... ¡o Carles Puigdemont!

¿Seguiremos boicoteándonos hasta 2030? ¿O habremos inventado soluciones útiles y con vocación de perdurar? Me tomo muy en serio lo de dejar un planeta limpio al que venga, pero no me hagan peregrinar a las afueras de mi ciudad para recibir a las visitas. Tengo en casa varios contenedores –plástico, cristal, orgánico, residuos, papel y hasta una bolsa para las cápsulas del café– pero no nos hagan perder la fe en la humanidad. Y en la limpieza.

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