Tres vacíos de la venganza
La vengativa, inculta y resentida Ley impulsada por el representante en España del asesino Maduro, Rodríguez-Zapatero, y respetada con indolente complacencia por el Gobierno de Mariano Rajoy, ha decidido interrumpir su descanso a los restos mortales de tres ejemplares almirantes
Tuve el honor de visitar en abril de 2019 el Panteón de Marinos Ilustres de la Armada Española, una prodigiosa síntesis de la Historia, el heroísmo y la ejemplaridad de nuestros marinos de guerra. Se ubica en San Fernando, en los terrenos de la Escuela de Suboficiales de la Armada. Con anterioridad a albergar los restos mortales de centenares de marinos ilustres y marineros heroicos de nuestra historia en los océanos y mares de este conflictivo planeta, fue la iglesia parroquial de la Purísima Concepción de Nuestra Señora. Renuncio a su descripción detallada porque no es posible resumir tanta grandeza reunida como la que allí se exhibe y se venera. Oro y cenizas, glorias y huesos.
La vengativa, inculta y resentida Ley impulsada por el representante en España del asesino Maduro, Rodríguez-Zapatero, y respetada con indolente complacencia por el Gobierno de Mariano Rajoy, ha decidido interrumpir su descanso a los restos mortales de tres ejemplares almirantes de la Armada. Se les acusa de haber sido responsables de cañonear desde el mar la huida –la 'Desbandá'–, de civiles malagueños que intentaban llegar a Almería cuando las tropas nacionales reconquistaron Málaga. Una 'Desbandá' que no fue de civiles sino de Fuerzas Armadas republicanas –más bien comunistas y socialistas–, que buscaron en Almería, todavía en manos de los despojos republicanos, su salvación. Y aún así, una 'Desbandá' históricamente controvertida y no del todo aclarada, porque en realidad no fue otra cosa que la huida desenfrenada de un Ejército que se venció a sí mismo.
Pero la manipulación de los hechos y la venganza histórica que elevó a rango de ley el representante del criminal venezolano en España, se ha cobrado tres nuevas víctimas de la mentira y el odio. Tres almirantes ejemplares. No «tres almirantes franquistas», sino tres almirantes de la Marina Nacional. Mi padre, que jamás fue franquista, se licenció en la guerra con 24 años y el grado de capitán de Ingenieros. Combatir en el Ejército Nacional no conllevaba la condición de franquistas de sus combatientes, como luchar en el Ejército rojo no garantizaba el amor a Stalin de sus soldados. En el Colegio de Huérfanos de la Armada de Madrid, inaugurado por el Rey Alfonso XIII, fueron admitidos en su seno todos los hijos de marinos que, por convicción o azar, combatieron en buques de la República. Si no me equivoco, entre ellos, el almirante Liberal Lucini, hijo de marino republicano, que alcanzó el máximo mando de la Armada durante el reinado de Don Juan Carlos I.
Pero inesperada y precipitadamente, el Panteón de Marinos Ilustres, va a despedir por el rencor creciente de los hijos y nietos de los que perdieron la guerra, a tres grandes almirantes de nuestra Armada, la de todos los españoles. El almirante don Juan Cervera Valderrama, Marqués de Casa Cervera, el almirante don Salvador Moreno Fernández, y el almirante don Francisco Moreno Fernández, marqués de Alborán. Tanto don Juan Cervera como don Francisco Moreno, desposeídos de sus títulos nobiliarios por los restauradores del odio en España. Tres mausoleos vacíos por la venganza.
No obstante, su memoria y su servicio a España ahí quedarán para siempre aunque sus huesos sean trasladados a otro lugar de descanso. Las familias Cervera y Moreno de Alborán se harán cargo de las cenizas del honor. Pero anímicamente seguirán en el Panteón de los Marinos Ilustres de San Fernando, esa síntesis de gloria y servicio que se alza en la Real Isla de León.