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Cosas que pasanAlfonso Ussía

La necesidad de creer

Para dificultar la invasión de la corrupción del sanchismo, y de la entrega de España a los antiespañoles, es necesaria una metódica, firme, estudiada y decidida labor de la oposición. Y en España, no tenemos una oposición política convencida de su labor. El PP no sirve y Vox no alcanza

Actualizada 01:30

Bélgica funcionó normalmente durante dos años sin Gobierno. No pasó nada. Bueno, será más justo decir que pasó mucho. Se demostró que, cuando las instituciones de un Estado cumplen con su cometido, el gobierno resulta innecesario. En España tenemos gobierno, un gobierno aniquilador de España, y unas instituciones, en su mayoría, colonizadas por un presidente del Ejecutivo que ha superado con creces los límites de la traición. Además de tan bochornosos límites superados, parece ser que se ha dedicado a promocionar a sus familiares y amigos más cercanos enriqueciendo sus patrimonios con una desfachatez asombrosa. El grave problema, no obstante, no lo protagoniza exclusivamente el depredador, sino un alto porcentaje de votantes que se ha dejado engañar por el hábil manejo de los sinvergüenzas de importantes medios de comunicación públicos y privados que dependen de las subvenciones que facilitan su existencia, y en algunos casos de empresas de comunicación privadas, que mejoran y aumentan las cuentas corriente de sus dirigentes y principales accionistas.

Para dificultar la invasión de la corrupción del sanchismo, y de la entrega de España a los antiespañoles, es necesaria una metódica, firme, estudiada y decidida labor de la oposición. Y en España, no tenemos una oposición política convencida de su labor. El PP no sirve y Vox no alcanza. No se trata de preferir pactar con el PSOE que con Vox, como han reconocido muchos dirigentes del PP empezando por Feijóo. No se puede elegir como compañero a un socialcomunismo, separatista y terrorista, cuando la oposición lógica y valiente, no tiene otro objetivo que librar a los españoles de quienes la están extinguiendo. Y Vox, que ha dado también bandazos incomprensibles e inesperados, carece de base suficiente para ser determinante. Me entristece, que muchos votantes del PP y de Vox, interpreten las críticas al PP y Vox a través de la intolerancia partidista. Usted dice que Feijóo no sirve, usted es de Vox. Usted afirma que Abascal no llega, usted es del PP. Nada me gustaría más que la interpretación fuera más sencilla. Usted, vote al PP o a Vox, es antisanchista, anti social-comunista, anti separatista y anti terrorista. Retornemos al principio y aceptemos la desunida unidad del gran espacio conservador, liberal e incluso socialdemócrata que, superando miedos, recelos y majaderías, podría enviar al carajo a este gobierno de peligrosos mamarrachos, y a muchos de sus ministros, presidentes y miembros de las instituciones que garantizan el funcionamiento de un Estado, a la cárcel.

Lo que está claro es que este gobierno de forajidos sólo es vencible si existe una oposición firme, unida y dedicada exclusivamente a la recuperación de España, la limpieza de sus instituciones, la lucha contra la corrupción y la decidida necesidad de eliminar las leyes del odio, el resentimiento y las estupideces que han aprobado los grupos de la ultraizquierda desde que Zapatero llegó al poder de aquella manera tan rara y sospechosa. Si yo escribo que, para culminar esa gran empresa, ni Feijóo, ni Pons, ni Gamarra, ni Bendodo, sirven, no estoy apoyando a Vox. Y si es al revés, tampoco apoyo al PP. Me limito a decir que ante la dureza de un socialismo fortalecido por la corrupción sistemática y su odio a España, las diferencias entre el PP y Vox tienen que desaparecer. Y para ello, es necesario que sus dirigentes abran la puerta, se vayan, y la dejen abierta para que entren los nuevos.

El Gobierno es traidor y corrupto. La oposición, blanda y melindrosa o bronca y extravagante.

Y los millones de españoles, mansos pero decentes, necesitan otros líderes para seguir creyendo en algo.

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