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10 de septiembre de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

El retorno de la fregona

Cataluña siempre está de bronca entre los catalanes que quieren ser más catalanes que la sardana, que la inventó un músico de Jaén. Se odian. Antaño eran dos bloques aparentemente bien avenidos

Actualizada 01:30

«Avuí», ocho de agosto, está previsto el retorno de la fregona de Waterloo a España. Un retorno de rendición, por que serán los otros separatistas catalanes, los de ERC, los impulsores de su entrega a las autoridades españolas. Un poquito de agitación, un receso de dos días en el Parlamento de Cataluña, la fregona ante el magistrado Llerena, y a vivir que son dos días. El resultado final, Illa presidente de la Generalidad con el apoyo de ERC. Quizá la gente no se ha enterado todavía que Puigdemont es un separatista de segunda. El separatista camuflado es Illa, como el PSC, el partido político catalán que más aborrece a España y a todo lo español.

Alberto Fernández, que es un gran político, como demuestra la gran inquina por su trayectoria y sus palabras que le han dedicado los subordinados directos de Feijóo, no ha dudado en aventurar que Sánchez, con Illa y Marta Rovira en sus papeles de actores principales, serán los responsables de la voladura del Estado. También lo ha dicho Felipe González, y Guerra, y Page, demasiado tarde. Pero del desarrollo de nuestra descomposición nacional tendremos asuntos que tratar y llorar en el inmediato futuro.

Hoy, la noticia es el retorno de la fregona. Se lo advertí. De haberse quedado y enfrentado a la acción de la Justicia, ya estaría indultado. El presidente del Parlamento de Cataluña que también ha contribuido a engañarle, estuvo en la cárcel, como Turull, otro de los suyos, y como Junqueras, su peor enemigo. Marta Rovira, no. La chica se fugó de España, pero no eligió como ardiente mujer de las izquierdas, Cuba, Venezuela, Nicaragua o Corea del Norte para su autodestierro. Eligió Suiza, la calvinista y chocolatera, la multimillonaria, la banquera, la sosegada y aburrida Suiza, quizá la nación con más nazis del mundo. Sucede que nadie les obliga a reconocerlo. Allí coincidió con la rojísima Anna Gabriel, la exiliada axilada, la del flequillo bonete, fugada de una Justicia que no la había reclamado para nada. Formará parte de mi futuro libro «Antología de Héroes de Cataluña. De Godó a Gabriel», que no me va a editar Planeta.

Hoy, Puigdemont se va a encontrar con algunos vítores y bastantes Mozos de Escuadra obligados por la superioridad a detenerlo y llevarlo hasta el Tribunal Supremo. Sánchez encontrará la forma de violentar de nuevo las leyes y devolverlo a Gerona. Porque el futuro de Puigdemont no es Barcelona, sino Gerona, de donde no debió salir. Y en unos meses, su mito se habrá desmoronado, mientras Illa, el socialista de las mascarillas, asumirá todas las reivindicaciones del separatismo catalán de izquierdas, mucho más radicales y antiespañolas que las del retornado paleto gerundense.

Cataluña siempre está de bronca entre los catalanes que quieren ser más catalanes que la sardana, que la inventó un músico de Jaén. Se odian. Antaño eran dos bloques aparentemente bien avenidos. Los ultraderechistas de Pujol y los ultraizquierdistas de Barrera, y posteriormente, de Oriol Junqueras. Pero se metieron los de la CUP, los Comunes, los verdes, los morados y los de Negreira, cuyas fechorías con el Barça entran en el pacto para alegría de un tipo apellidado Tebas. Y todos ellos están contra la fregona, al que le restan un par de días para entrar en los pozos del olvido. Bella metáfora ésta de los pozos del olvido. Es de mi creación.

Ni Puigdemont, ni Junqueras están capacitados para conseguir que España se desintegre.

Con Sánchez, Illa y la helvética llorona se bastan y se sobran.

Ellos son los peligrosos.

La fregona, un ridículo del ayer, amén de delincuente.

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