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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

El Joker en Madrid

O el penúltimo ejemplo de cómo las orejeras ideológicas llevan a hacer un poco el ridículo

Actualizada 09:33

La compañía estadounidense DC Comics ha encargado a dibujantes de 13 países la creación de historias locales con el Joker, el villano de Batman. El personaje cobró un nuevo interés con la película de 2019 de Todd Phillips, que tenía mucha miga y a un excelente Joaquin Phoenix dando una nueva dimensión al malo chiflado.

El encargado de idear una historia española del Joker se llama David Rubín, un dibujante de cómics orensano, de 44 años, bien considerado en el medio y que hasta ha trabajado para proyectos estadounidenses. El tal Rubín comulga además con el correcto credo, el de la izquierda populista-populachera. Cuando habla de política, no cultiva exactamente los matices y la crítica argumentada. A Rajoy lo tachó en su día de «subnormal» y al presentador Pablo Motos, señalado como disidente por el régimen, lo considera «repugnante».

Si se ponen juntas las palabras Joker y España, a la inmensa mayoría de los españoles les viene al instante a la mente ese que ustedes saben, por sus risas extrañas de mueca desencajada y por su amoralidad táctica.

Pero el dibujante tiene otro punto de vista. Para él, el Madrid gobernando desde hace décadas por la derecha es Gotham, la ciudad del mal. La crónica que han escrito sobre dicho tebeo en el periódico prosanchista –de propiedad de plutócratas internacionales– no tiene desperdicio. El Joker está en una terraza en la plaza de Cascorro «de tardeo» (que no falte la expresión petarda en boga). Y no puede dejar de fijarse en los parecidos de Madrid con su Gotham de origen: «Todo le resulta familiar –escriben melodramáticamente en la prensa sanchista–, los débiles aplastados, las mentiras celebradas. Corrupción y violencia a sus anchas».

Pero no están hablando de Ábalos, Begoña, David y la catarata de trolas de nuestro Joker castizo. Lo que quieren denunciar es la insoportable situación del Gotham que comandan Ayuso y Almeida, donde –y cito de nuevo al órgano sanchista– «los pobres diablos son machacados por unos pijos de fachaleco y palo de golf».

Impresiona que un señor como el dibujante David Rubín, al que tienen por talentoso y al que imagino inteligente, se cale las orejeras ideológicas de la izquierda hasta el extremo de hacer el ridículo de esta manera.

Madrid es en general una capital segura. Pero si hay una delincuencia que empieza a preocupar no es la de los palos de golf zurrando a los inmigrantes, que no existe, sino la de las bandas latinas del machete; o la de algunos chavales extranjeros sin tutela familiar, que con todo el día zascandileando por una pésima atención del Gobierno acaban dando palos. O la del tráfico de drogas y el lavado de su dinero. O la de las mafias africanas que controlan el top-manta (este sábado Sol era una romería de venta de falsificaciones, justo enfrente de la sede del Gobierno de Madrid). Y si hay una corrupción que sobresale en Madrid y copa titulares por medio mundo, esa es la del único presidente del Gobierno de Europa que tiene imputados por tal motivo a su mujer y a su hermano.

Madrid tiene sus defectos, por supuesto. Pero no conozco a un chaval de cualquier punto de España que se haya venido a estudiar aquí y quiera volver a su tierra de origen. Madrid atrae el 54,3 % de la inversión extranjera que llega a España (Cataluña, un 16,5 %) y se ha convertido también en un imán para los hispanoamericanos, tanto los que buscan una oportunidad como los más pudientes. El infierno madrileño de la ultraderecha y la derecha presenta la mayor esperanza de vida de Europa, con 85,8 años de media (dos más que los catalanes). Madrid tiene la menor lista de espera del país para una operación quirúrgica: 51 días frene a 138 en Cataluña. Son datos que sin duda vuelven a probar que en el aterrador Gotham derechista la sanidad pública ha sido desmantelada.

Siendo por tamaño la única ciudad a española que compite en la liga de las grandes metrópolis planetarias, Madrid sigue resultando un lugar acogedor, de ambiente divertido, donde nadie te da la coña con cuestiones identitarias y donde impera un aire de libertad que se ha convertido en su divisa. Madrid es la obra viva de los españoles de todas partes que se han mudado a ella para intentar ir a mejor. Y Madrid es también –oh sorpresa– la ciudad que ha elegido para instalarse… el tal David Rubín, el dibujante que echa pestes de ella, pues sabido es que es mejor desvariar con el coro de la izquierda que intentar pensar con los datos encima de la mesa, porque si dices la verdad puedes arriesgarte a que te tachen de fachita (con la consiguiente pérdida de plus en el mundillo cultural).

En Madrid todos sabemos dónde vive El Joker. Cae por las afueras…

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