«Inunda la zona de m…»
Sánchez pretende opacar su corrupción familiar y partidista haciendo lo que recomendaba Steve Bannon: tapar un escándalo emporcando la cancha con otro
Al estratega político Steve Bannon, un virginiano de 70 años, nadie le discute que es más listo que el aire. Otra cosa es su calidad moral y su temperamento volcánico. Ahora mismo está cumpliendo una condena de cuatro meses de cárcel, aunque él se declara «un preso político». Antes ya fue condenado –e indultado por Trump en su último día de mandato– por promover con dos socios una recaudación de fondos online para levantar un muro en la frontera con México, dinero que acabó quedándose en sus bolsillos.
Bannon, salido de una familia trabajadora seguidora de JFK, estudió Arquitectura y luego se enroló en la Marina, al tiempo que con su brillante cabeza completó un máster en Georgetown y otro en Harvard. Después trabajó dos años en la banca de inversión, en Goldman Sachs; fue productor en Hollywood y finalmente se puso al frente de Breitbart News, una web conservadora de carácter «populista», adjetivo que él mismo emplea para definirse.
En 2016, Bannon supo leer el enorme cabreo de los millones de estadounidenses que se sentían postergados y olvidados por las élites de Washington y Breitbart se convirtió en una poderosa herramienta de apoyo a Trump. Convertido en su jefe de campaña, ambos lograron el milagro político de doblarle la mano a todo el «establishment» y ganar contra pronóstico las elecciones de 2016. Como premio, Trump lo metió en su Gobierno como consejero presidencial y jefe de Estrategia de la Casa Blanca. Pero el ingobernable Bannon duró solo siete meses antes de ser despedido. Hoy Trump ha soltado lastre y reniega de él, convertido en un personaje cada vez más extravagante, como refleja incluso su creciente desaliño.
Bannon ha sido un moderno Maquiavelo, valga la comparación entre el finísimo florentino y la brocha gorda del virginiano, aferrado al principio de que el fin justifica los medios. La máxima más recordada de Bannon es su receta sobre cómo defenderte si te ves salpicado por un escándalo: «Los demócratas no importan. La auténtica oposición son los medios y la manera de lidiar con ellos es inundar toda la zona de mierda».
Y Sánchez, que no deja de ser otro populista, aplica constantemente esa máxima. Si surge un problema, si te están aireando tus tinieblas, hay que inventar algo de inmediato que distraiga la atención. Un follón que tape otro follón. Un supuesto caso de corrupción que opaque aquel del que todos hablan. Esta estrategia se ve favorecida por el hecho de que vivimos en la era del vértigo digital, donde el público se aburre enseguida de todo. Impera una suerte de amnesia general, pues la nueva emoción manda rápido a la anterior al baúl del olvido.
¿Qué hacer si tengo corrupción a granel en mi partido con el caso Ábalos; si tengo corrupción en mi propia piltra, con el caso de la catedrática; y si tengo corrupción familiar con el enigmático músico luso-extremeño? Pues ya se sabe: «Inundar la zona de mierda». En este caso, creando como sea un caso de corrupción familiar de Feijóo, que bien aireado por el cañón del cuasi monopolio izquierdista en la televisión y por los medios afines puede llevar al público a decir: «¿Ves? Todos son iguales». Se pasaría así página de los casos Ábalos, Begoña y David (amén de las felonías del cupo catalán, la amnistía y el desdoro de la visita circense de Puigdemont). El primer intento fue Dorado. Luego llegó el bulo manifesto de la mujer de Feijóo, utilizado por el propio Sánchez y la ministra de Hacienda en el Congreso, y ahora lo van a intentar con su hermana.
Micaela Núñez es una hermana de Feijóo que entró a trabajar en la multinacional Eulen en 2003 y en 2016 fue promocionada a directora del grupo para el noroeste de España. Eulen, que ofrece servicios de limpieza, seguridad, recursos humanos, soluciones medioambientales… es una compañía con 75.000 empleados, que opera en once países y trabaja con casi todas las administraciones españolas, de todos los colores, desde las Juntas de Guipúzcoa a la Agencia Tributaria, pasando por el Ayuntamiento de Madrid, el de Vigo… o el Gobierno vasco, el de Castilla-La Mancha, etc. El año pasado recibió contratos públicos por importe de 161 millones, en 2022 ascendieron a 230, en 2021 fueron 226 millones…
¿Y en qué consiste el 'caso Feijóo', por el que el PSOE plantea exigirle que comparezca en el Congreso? Pues consiste en que la Xunta ha contratado con Eulen siendo la hermana de Feijóo una directiva de la compañía, algo que ya sucedía cuando gobernaban en Galicia PSOE y BNG.
¿Le funcionará la cortina de humo a Sánchez? Pues puede que algo sí, porque la potencia de fuego televisivo con la que cuenta desnivela. Pero al final del día, el tufo de los casos Ábalos, Begoña y David es tan intenso que resulta dudoso que pueda taparlo una «Operación Inunda la Zona de M».