Peligrosa ironía
En un descanso en la reunión semanal de la Real Academia Española, Torcuato Luca de Tena le solicitó a Mingote las señas del balneario de Klifloej, que por supuesto, no existía. Antonio me llamó desesperado porque no sabía salir airoso de la situación
Peligrosa ironía, en ocasiones, triunfante y vencedora. No sabía qué escribir, y decidí inventarme una aventura amazónica con Antonio Mingote. Meses más tarde se la endosé a mi libro « Manual del Ecologista Coñazo». Mingote y el menda en la aldea de la tribu de los cururú. Y Mingote que seduce a la hija del jefe, Huaya Acurí, que significa «Luz de Plata». Huaya Acurí bautizó a Mingote como Gurai Jororó, «extremadamente blanco». Así que Extremadamente Blanco engañó con falsos sentimientos a Luz de Plata. El Jefe aprobó la boda, y aprovechando una noche sin luna, Antonio y yo nos fugamos de la aldea. En Manaos embarcamos rumbo a Río de Janeiro y de ahí, a España.
Pero el Jefe cururú, el padre de la princesa despechada, envió a España a un grupo de guerreros para vengar la afrenta. Se apostaron detrás de un gran recipiente de basura que aceptaba «Solo Vidrios» en la calle Samaria, y aguardaron en vano a Mingote. Pero se vengaron disparando una flecha al muslo izquierdo de Isabel, la mujer del genio. Y huyeron. Isabel fue intervenida en el Gregorio Marañón de una leve herida producida por la flecha vengadora. A las 10 de la mañana del día siguiente, sonó el teléfono. Era Camilo J. Cela, Premio Nobel de Literatura, que había leído mi escrito y se interesaba por la herida en el muslo de Isabel. Se creyó la broma.
Otro día de cerebro en blanco, me inventé un balneario en Islandia, el de Klifloej, al que acudieron para rebajar unos kilos de sus cuerpos Antonio Mingote, Jaime Campmany, José Luis Martín Prieto y Manolo Martín Ferrand. Consistía el tratamiento en un masaje con escamas de salmón hembra en el cuerpo y un breve chapoteo en el lago Klifloej, de apenas 10 minutos. Al abandonar el agua termal, los cuatro habían perdido 10 kilos de peso. Volvieron a España con 20 kilogramos menos cada uno de ellos. Dos sesiones.
En un descanso en la reunión semanal de la Real Academia Española, Torcuato Luca de Tena le solicitó a Mingote las señas del balneario de Klifloej, que por supuesto, no existía. Antonio me llamó desesperado porque no sabía salir airoso de la situación. «¿Cómo le voy a explicar a Torcuato que ese balneario no existe y que se ha tragado esa patraña tuya?». Peor lo de Jaime Campmany. En su semanario «Época» publiqué el artículo, y la empresa más generosa en insertar su publicidad en el semanario era Nestlé, cuyo presidente, el ex ministro Vicente Mortes Alfonso, le había exigido los datos y dirección del balneario islandés.
–Alfonso, Vicente Mortes, además de un gran amigo, es el presidente de Nestlé. Ha leído lo de Klifloej, el masaje con escamas de salmón hembra, las aguas termales del lago y que, en dos sesiones, he perdido veinte kilos de peso. ¿Cómo le voy a decir a mi mejor cliente que es un tarugo por haberse tomado en serio tu puñetero artículo?
–Sinceramente, no sé cómo puedo ayudarte.
–Si le digo la verdad, que es todo un invento, se va a creer que le estoy llamando tonto.
–Le ha pasado lo mismo a Mingote con Torcuato Luca de Tena.
- Este es capaz de retirarme la publicidad.
–¿Quieres que le llame yo y se lo aclaro?
Llamé a Vicente Mortes y rompió a reir. «He quedado como un memo».
El caso de Antonio fue más desagradable. Torcuato le amenazó con romper una amistad de decenios. –Torcuato, que no sé cómo decirte que eso se lo ha inventado Alfonso, y que te lo has creído como un pardillo–.
Mucho cuidado con las ironías. Hasta los Nóbel, los académicos y los exministros caen en la trampa.
Orgulloso me siento.