Lord Hair
El «Ché Guevara», que era un señorito del «Jockey Club» de Buenos Aires, y cuando se gastó el dinero heredado de sus padres, se enfadó con el mundo, se hizo comunista y se dedicó a matar inocentes durante la revolución cubana, terminó balaceado en las selvas de Bolivia
El presidente de la tiranía criminal venezolana, Sir Nicholas Mature, –Nicky para Zapatero y Monedero–, es un hombre cordial, educado y muy sensible a la floración de los jacarandas. Los asesinos comunistas jamás han destacado por su simpatía. Son ásperos y feos. Sir Nicholas es alto, de destacada hombría no enfrentada a la sutil belleza, y con un frondoso bosque de amor exclusivamente poseído por su bellísima esposa, Lady Cecile Flowers. A pesar de esa aparente elegancia y distinción que caracteriza sus apariciones en público, sir Nicholas tortura y asesina a los disidentes venezolanos como si fuera un comunista de los de antes, y para ello cuenta con grandes, y también distinguidos, colaboradores.
Las izquierdas sangrientas, desde el animal de Robespierre, no han puesto en valor la cortesía cuando consideran necesaria la extinción de la disidencia. Y acostumbran a terminar sus vidas de la misma forma que acabaron con las de sus adversarios. De nuevo, sirve el ejemplo de Robespierre, eximio y generoso en el uso de la guillotina, que finalmente, podó su cabeza separándola del tronco. El «Ché Guevara», que era un señorito del «Jockey Club» de Buenos Aires, y cuando se gastó el dinero heredado de sus padres, se enfadó con el mundo, se hizo comunista y se dedicó a matar inocentes durante la revolución cubana, terminó balaceado en las selvas de Bolivia, víctima de un plan estratégico pactado entre los Estados Unidos y Fidel Castro, que le aborrecía. El poeta Nicolás Guillén escribió una tontería en su honor, pero de escasa utilidad revolucionaria. Sir Nicholas Mature también tiene poetas, como el español Monedero, y representantes internacionales a cambio de minas de oro, como nuestro gentil Zapatero, que es persona de amplias cordialidades. Y para no fallar en su nueva etapa de presidente fraudulento y canalla, ha nombrado ministro del Interior al más educado, simpático y locuaz de sus generales narcoterroristas, Diosdado Cabello, que ha adquirido el nuevo nombre de Lord Hair.
En ese salón terrible del palacio de Miraflores, presidido por una pintura de almanaque que inmortaliza al gran traidor Simón Bolívar, que no formó parte de la ETA porque la ETA no existía en sus tiempos, Lord Hair, el nuevo ministro del Interior, ha demostrado que la dureza de sus planes no está reñida con la belleza armónica de sus palabras. Y lo ha dicho. «Nosotros sabemos hacer lo que sabemos hacer», que es un buen principio. Deja claro que, si ellos saben lo que hay que hacer, lo hacen. Y lo que hay que hacer es terminar con todos los disidentes, aunque sean menores detenidos y secuestrados en las calles. Y como no, sus malvados dirigentes, como el presidente electo de Venezuela Edmundo González Urrutia, la heroica María Corina Machado –que no recibirá jamás el Nobel de la Paz porque en Oslo no se enteran de nada- y los miles de venezolanos que irán engrosando poco a poco los espacios de la cárcel-tortura de Lord Hair. El simpático general narcotraficante ha dado muchos nombres, entre ellos el de Perkins Rocha, que ya ha sido secuestrado. Pero esta brutal amenaza no la ha dejado acompañar por la grosería verbal. Lord Hair lo ha anunciado como lo hubiera hecho cualquiera de los grandes poetas en lengua española. «Que no se confundan. Los vamos a joder». Esa es la gran diferencia que tienen estos comunistas asesinos con los de antaño. El uso primoroso del idioma. La síntesis de la cultura semántica. Un nuevo Fray Luis de León, no desde el púlpito de la pobreza, sino en la talaya del poder.
«Los vamos a joder», qué bien suena y se oye.
Siempre que no se les ocurra a los venezolanos seguir resistiendo y joderles a ellos, lo cual en Europa, y especialmente en España, se consideraría una catástrofe.
Cuide su cabeza y su cabello, Lord Hair.