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Post-itJorge Sanz Casillas

El síndrome Sémper y el Partido Popular

Lo tienen muchos en el partido, está diagnosticado. Es un bloqueo mental que les impide elegir entre los amigos de Ortega Lara y quienes pactan con Bildu

Actualizada 01:30

Me cae bien Borja Sémper. Es más, siento un profundo respeto intelectual hacia él. Es una persona mesurada, leída y, a mayores, fue uno de los primeros columnistas de este periódico cuando comenzó hace ahora tres años. No digo esto gratuitamente ni para hacerme perdonar lo que voy a decir ahora. Lo pienso de verdad. Aunque también opino que no conviene encariñarse mucho de los políticos ni de los ciclistas que ganan el Tour de Francia. ¿La razón? Que cuando menos te lo esperas te decepcionan. Unos porque te engañan, otros porque se dopan, si es que no es lo mismo.

El caso es que en el plazo de un mes a Borja Sémper lo han visto charlando amistosamente con Gabriel Rufián. Días después se ha declarado incapaz de elegir entre Sánchez o Abascal para ir a cenar y entiendo que este jueves se habrá quedado de piedra al ver que es Bildu ahora quien decide qué material puede o no utilizar la policía.

Sobre lo de Gabriel Rufián, me da un poco lo mismo. Yo no le voy a decir a un hombre adulto qué amistades o simpatías tiene que cultivar. Solo faltaría. Pero sí me permito decir que Rufián es un radical y ante todo un mentiroso, que dijo que se iría del Congreso en 18 meses y, sin embargo, está más cerca de cumplir la mayoría de edad como diputado que del año y medio que prometió permanecer. Porque ahí sigue Rufián, mamando de la España que quiere fracturar fiscalmente primero y después materialmente.

Sobre lo de no saber qué responder al con quién cenarías antes, si con Sánchez o con Abascal, es algo que afecta a buena parte del partido. Es un complejo evidente, un bloqueo mental que les impide elegir entre los amigos de Ortega Lara y quienes pactan con Bildu y se arrodillan ante Puigdemont. ¿Qué problema hay en decir que estás más próximo a Santiago Abascal que a Pedro Sánchez? Desconozco si lo hacen por estrategia (por aquello de que sin Vox les iría mejor electoralmente) o por convencimiento (porque se sienten lejos de verdad). Pero el caso es que lo hacen. Y yo desde aquí, de forma altruista, les voy a dar dos ideas para que no les vuelva a pasar. ¿Que te dicen que Vox es un partido homófobo? Les recuerdas que era Dolores Delgado, la ministra y fiscal general del Estado, la que llamaba «maricón» a Marlaska en presencia de Villarejo. ¿Que te dicen que Vox es machista? Pues respondes que nadie ha hecho tanto daño a las mujeres como el PSOE y toda la cofradía del puño morado, que ha mejorado la situación procesal de cientos de violadores por el empeño del ‘solo sí es sí’. No era tan difícil, ¿no?

Insisto en que no soy quien para decirle a nadie con quién cenar o con quién departir en el patio del Congreso. Pero sí se les puede pedir cierta honestidad intelectual. Un hombre como Sémper, que ha visto lo que ha visto, que ha vivido lo que ha vivido, no se puede mostrar equidistante entre los que pactan con Bildu y los que nunca lo harían. Y menos aún para salir ileso de una entrevista en La 1.

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