El día 1 después de Sánchez
Dado que no parece probable una salida temprana, hagamos inventario de las cenizas que nos encontraremos
No habían pasado ni diez horas desde el plantón de Anne Hathaway a Pedro Sánchez cuando los periódicos más o menos afines anunciaban nuevas cesiones al separatismo a cambio de salvar los presupuestos. Que si relajar el objetivo de déficit, que si desclasificar archivos del CNI, que si volver incluso a la turra del catalán en Bruselas, donde la mamonada de añadir nuevos traductores les resulta estúpida incluso para ellos. El caso es que los socialistas «confían en encarrilar la legislatura». O eso dice El País, que muchas veces (casi todas) es la antesala del BOE.
Parece, por tanto, que lo de agotar el mandato va en serio, aunque al ritmo que vamos se agota mucho antes nuestro modelo de convivencia que la legislatura. Si en doce meses han cedido con la amnistía, el cupo, las competencias en materia de inmigración, las cercanías catalanas y vascas o la gestión del Ingreso Mínimo Vital para el PNV, ¿qué no harán en los tres años que les quedan?
Dado que no parece probable una salida temprana, no queda sino hacer inventario de las cenizas que nos encontraremos el día 1 después de Sánchez. Y no aludo al evidente deterioro moral ocasionado por un presidente que llegó a lomos de una fingida ejemplaridad que nunca se aplicó, que también, me refiero a las cosas del comer. Porque el alquiler se lleva hoy el 43 % del sueldo de los españoles frente al 38 % del año 2019, primer ejercicio imputable a Pedro Sánchez. Después, según la OCDE, España es el sexto país de la Unión Europea donde más poder adquisitivo ha perdido su población desde ese mismo año. También, en el primer semestre de 2019, había 671.000 españoles esperando a ser operados. Hoy la cifra roza ya los 850.000. Es decir, por resumirlo mucho: vivimos bastante peor y tenemos una Sanidad menos resolutiva. Esa es la España que vamos a heredar, no sabemos si mañana o en 2027. Pero eso sí, a cambio puedes abortar todo lo que quieras, a la edad que quieras, e incluso cambiar de género de la noche al día, así tengas barba y dos hijos rubios con tu segunda mujer. A eso habrá que sumarle que los sindicatos y los bata blancas despertarán de su letargo, y saldrán a protestar por todo aquello que se deterioró mientras bailaban en TikTok.
La pregunta es: ¿le merece la pena a Sánchez quedar como el trapo de un prófugo a cambio de dos o tres años más jugando a los presidentes? A Begoña y a Barrabés ya hemos visto que sí. A Pumpido y a Tezanos también. O qué decir de las decenas de asesores nombrados a dedo y sus respectivas familias. Ellos serán los que digan de aquí a unos años que «con Sánchez vivíamos mejor».
Pero ¿y a ti? ¿Te mereció la pena?