La escondida
La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha esperado diez días en intentar dar una explicación desde los micrófonos de la SER, que es la radio del Gobierno. Pero no ha dicho nada interesante. Y se ha vuelto a esconder
Me tiene sin vivir en mí el paradero de la vicepresidente del Gobierno y ministra de Transición Ecológica —qué tontería—, Teresa Ribera. Ha esperado diez días, siendo la máxima responsable de la AEMET, en intentar dar una explicación desde los micrófonos de la radio de Prisa, la SER, que es la radio del Gobierno. Pero no ha dicho nada interesante. Y se ha vuelto a esconder. No ha visitado Valencia. Y eso, además de una falta de humanidad, es soberbia. Nadie la habría reconocido. Se trata de una mujer del montón, de esas que te presentan en un centenar de ocasiones, y cuando te la encuentras por la calle —ahora no, claro—, no sabes si se llama Teresa o Esmeralda. Y al final, uno se decide por Esmeralda, y ella, compungida, reacciona. —Soy Teresa—.
¿Dónde estará la Ribera,
La ecologista cimera
Que mueve tan bien su popa
Cuando danza bullanguera?…
Está tomando una copa.
Esta dinamitera de presas y pantanos, que prohíbe la limpieza de los cauces de los ríos, que alimenta al lobo mientras arruina a los ganaderos, que tendría que estar en la primera fila de la incompetencia, que no ha dado la cara ni lo que mueve cuando baila para recibir a Sánchez en los mítines festivos, no está disponible.
¿Dónde estará la Ribera,
Calamidad ganadera
Que al lobo mima y arropa
Y en Valencia, nadie espera?
Está con Pons, en Europa.
Dicen que el PSOE y el PP han pactado para que sea elegida vicepresidente europea a las órdenes de la Úrsula Van o Von der Leyden, que unos le dicen Von y otros Van, y se pronuncian en alemán «Fon» o «Fan», detalle que me brindo a incluir aunque carezca de importancia. Es decir, que la máxima responsable de la Aemet, y por ende, del retraso de información acerca de la DANA, es candidata con probabilidad de éxito para lograr una vicepresidencia europea. No creo que le haya ayudado su alejamiento de una tragedia nacional que tiene mucho que ver con su Ministerio. Pero ya se sabe que Europa es muy lentita. Llevan 11 meses esperando a Sánchez la información económica solicitada sobre su esposa Begoña Gómez. Esa tardanza en España se llama chulería, pero en Europa equivale a desinterés y resignación.
¿Dónde estará la Ribera?
¿Acaso en la peluquera?
¿Acaso comprando ropa
Para lucir más hortera
Que la Montero en Europa?
Se dice que está empollando. No huevos, que nada tendría de particular, sino temarios de examen. De ahí su escaso interés por el drama de Valencia y otras zonas del Mediterráneo. Hay que entender a los opositores. Se encierran, apenas comen —todo tiene sus ventajas—, y se aíslan del mundo. No obstante, Bolaños y Pons han hablado, y parece que el aprobado es un hecho.
Me amparo en las palabras del poeta groenlandés Vinduj Magnussen, vecino de Papá Nöel: «No la encuentro; / no la hallo:/ Abandono el iglú con impaciencia y el horizonte no me dibuja su retorno./
Como pescado sin apetito y me falta su compañía./ Ella, siempre tan dispuesta a la sonrisa amorosa, hoy me falta. Ella, la gran defensora de los osos polares y los zorros nivales, ella, la danzarina más frenética de mis hielos, está desaparecida».
Y finaliza Vinduj Magnussen.
¿Dónde coño estará?
Escondida.